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En los últimos años, la historia transnacional ha ganado visibilidad en América Latina gracias a los esfuerzos de un grupo cada vez más consolidado de investigadores e investigadoras que a partir del studio de las dinámicas del exilio, la migración, el intercambio académico y la circulación de viajeros y proyectos culturales, entre otros temas, han contribuido a fortalecer el análisis de aquellos procesos que ocurren entre, a través y a lo largo de los Estados-nación. Los esfuerzos responden a los avances propuestos bajo el amparo de aquello que se conoce como el giro internacional, global y/o espacial en la disciplina histórica. Estos enfoques proponen repensar la dimensión espacial del quehacer historiográfico, explorando las posibilidades que ofrece encuadrar las preguntas sobre los procesos del pasado desde unidades distintas a la nacional, ya sean más amplias o más reducidas. Además de ello, estos giros han reavivado el interés de las historiadoras y los historiadores por la forma en que se ha concebido el espacio -tanto por quienes escriben la historia como por las sociedades que estudian-, poniendo especial atención en escenarios no limitados por las fronteras políticas de los Estados y articulados a través de vínculos y dinámicas transnacionales.
Sin desconocer el papel que han desempeñado los Estados-nación en los procesos de cambio histórico, la historia transnacional amplía el marco de análisis y se interroga por las relaciones que tienen lugar entre grupos sociales diversos e instituciones que existen a pesar del Estado-nación, ya que a partir de sus prácticas transnacionales, estos actores cuestionan la soberanía estatal y la hegemonía de las fronteras e ideologías nacionales. De manera que en este enfoque, los Estados pasan a ser uno entre muchos fenómenos sociales posibles a estudiar, dejando de ocupar el lugar exclusivo desde el cual se explican los sucesos en el tiempo, pues éstos adquieren mayor profundidad interpretativa al configurar una mirada multiescalar, en la que cada unidad aporta elementos específicos de análisis. Además de ello, la historia transnacional también se interesa por explicar la forma en que los individuos, los mensajes, las mercancías e ideas logran circular allende las fronteras físicas, políticas e ideológicas a condición de transformarse, con lo cual se logran problematizar los procesos de cambio, ajuste y reinterpretación a partir del desplazamiento espacial. Al concatenar estos elementos, la historia transnacional ofrece un “punto de vista” que enriquece otros campos consolidados como la historia política, la historia ambiental y la historia de la ciencia y la tecnología, por mencionar algunos ejemplos.
Con estos fundamentos, el presente expediente reúne cinco contribuciones de participantes en alguna de las tres ediciones del Taller de Fuentes para la Historia Transnacional (2023-2024), impartido por las coordinadoras de este número en el marco de los cursos de Educación Continua del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (cialc) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Este trabajo se complementó con la realización de un coloquio en 2024, donde los primeros avances de investigación fueron presentados y comentados por especialistas en los tópicos particulares de cada uno. El cierre de este trayecto fue la realización de un taller interno destinado a discutir las versiones finales de los manuscritos presentados para su postulación general y su evaluación individual en Oficio. Revista de Historia e Interdisciplina.
El primer artículo es resultado de la investigación realizada por Adriana Martínez Rodríguez, titulado “Orígenes de la migración de mexicanos a Minnesota, 1917-1931”. La autora explora los inicios de la comunidad de trabajadores de ascendencia mexicana que se estableció en Minnesota a partir de la década de 1920. A través de una perspectiva transnacional de larga duración, se examinan los procesos sociales y económicos que, en el marco de los debates sobre la regulación migratoria en Estados Unidos, facilitaron la llegada de trabajadores migrantes mexicanos a ese estado, en el contexto del auge de la industria azucarera basada en el cultivo de betabel. Este ciclo culminó con el asentamiento definitivo de dicha comunidad hacia la década de 1930.
El dossier prosigue con la contribución de Deyanira Cuanal Cano, bajo el acápite “¿El vuelo de la esperanza? Pulmones de acero en movimiento durante las epidemias de poliomielitis, 1949-1950”. En este escrito, la autora reflexiona sobre las implicaciones del traslado de una tecnología producida en un contexto social específico, el de los Estados Unidos, hacia otras latitudes donde su adopción no fue lineal, pues el seguimiento de los pulmones de acero revela expectativas y dinámicas locales sobre el tratamiento de la enfermedad en contextos epidémicos. Además de ello, el tratamiento de fuentes hemerográficas permite a Cuanal mostrar la manera en que de América Latina a Europa y del viejo continente a Oceanía, existieron implicaciones políticas y económicas en la circulación de los pulmones de acero, pues en todos los casos se dependía de establecer acuerdos puntuales con los proveedores en Estados Unidos. Este aspecto refuerza el análisis transnacional, pues nos recuerda que aquello que circula internacionalmente lo hace bajo normas y pautas que en función de las coyunturas facilitan u obstruyen su desplazamiento.
El tercer artículo, “Ondas rebeldes: la radio clandestina cubana y la articulación de un circuito de comunicación transnacional, 1958-1962”, fue escrito por José Antonio Galindo Domínguez. En este escrito, el autor analiza el papel que desempeñó la radio clandestina en los primeros años de la Revolución Cubana, centrándose en el proceso mediante el cual la emisora guerrillera Radio Rebelde se transformó en una herramienta clave para amplificar la voz de Fidel Castro y del Movimiento 26 de Julio desde la Sierra Maestra hasta confines insospechados del continente. El estudio pone en evidencia cómo la tecnología radiofónica fue utilizada por los revolucionarios para romper el control informativo ejercido por el régimen de Fulgencio Batista y difundir su mensaje tanto al interior de Cuba como hacia audiencias internacionales, apoyados en todo momento por la solidaridad de exiliados cubanos en el extranjero. Nos muestra además que, a través de esta tecnología, los insurgentes lograron construir un circuito de comunicación transnacional decisivo para alcanzar el poder que luego del triunfo revolucionario se reorientó al debate del rumbo político latinoamericano. El desarrollo argumental de Galindo corrobora la potencia de la indagación en clave transnacional y multiescalar, pues traza los inicios de la radio en la ruralidad guerrillera y da seguimiento a “sus ondas rebeldes” en debates nacionales y subcontinentales.
La cuarta pieza del tema central corresponde a Diana Alejandra Méndez Rojas, y se titula “Alianza para el Progreso en Colombia: una mirada al registro intermedial de la visita de John F. Kennedy en 1961”. Este documento propone una lectura del icónico programa con base en la integración de discursos, imágenes y un video, para descubrir de qué modo este conjunto de recursos potenció la transnacionalización del mensaje desarrollista de Estados Unidos hacia América Latina. Con este objetivo, se indaga sobre la manera en que la producción audiovisual buscó adaptarse al contexto específico colombiano para hacer coherente su mensaje con las condiciones locales imperantes, además de procurar mostrarlo como uno con bases en la historia bilateral de Estados Unidos y Colombia. Se muestra, además, que, en el contencioso escenario de la Guerra Fría, las formas discursivas y gráficas atendieron al supuesto de incorporar a sectores tradicionalmente excluidos de la mirada geopolítica, pues junto a presidentes y ministros, los conjuntos populares aparecieron como los depositarios de las promesas de la modernización.
El expediente cierra con el artículo “Tensiones en torno a la ciencia y al desarrollo. Science for the People y la Reunión Continental de la Ciencia y el Hombre en la Ciudad de México, 1973”, resultado de la labor investigativa de Ileana García Rodríguez. A partir del recuento de la reunión convocada por la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el escrito pone atención al debate de la noción de desarrollo y las consecuencias de esta valoración al orientar para qué y quiénes debían dirigir la investigación científica. Al puntualizar la interacción transnacional entre actores científicos con compromiso social y actores institucionales orientados a la generación de conocimiento, la autora recupera las críticas a la función del conocimiento científico y la dependencia tecnológica, junto con otros aspectos que fueron considerados condicionantes del rezago desarrollista, como fue el caso del crecimiento demográfico. Este recuento permite a García problematizar la posicionalidad de la ciencia y las diferencias de su práctica a escala interamericana.
A partir de un cuidadoso trabajo con fuentes primarias y una actualizada bibliografía, estos escritos proponen novedosas miradas para comprender el siglo xx latinoamericano, incorporando reflexiones sobre las implicaciones de asumir la perspectiva transnacional desde las academias latinoamericanas, permeadas, al igual que el resto, por el nacionalismo metodológico. De este modo, los artículos discuten críticamente las consecuencias de generar relatos sobre la globalización que pueden llegar a eliminar la contingencia del cambio histórico y desdibujar las asimetrías entre las unidades de estudio, sobre todo cuando el tema presenta conexiones con los Estados Unidos.
Ponemos a su consideración estas propuestas con el ánimo de ampliar el diálogo y el intercambio académico en el campo de los estudios transnacionales, reconociendo la valía del esfuerzo colaborativo en una profesión que tiende al trabajo individualizado.