Manuel Perló Cohen, Uruchurtu: el Regente de Hierro, tomo 1: Origenes y primera regencia,
y tomo 2: Auge, caída y exilio, México: Instituto de Investigaciones Sociales, Facultad de Arquitectura- unam, 2023, 392 pp. y 450 pp.
doi: https://doi.org/10.15174/orhi.vi20.24
Los gobernantes urbanos importan. Esta perspectiva ha sido notablemente escasa en las ciencias políticas, la sociología, la historia y los estudios urbanos de nuestro país. En su lugar, estas disciplinas han tendido a enfocarse en procesos estructurales y grandes grupos sociales para explicar el fenómeno urbano, ya sean las clases dominantes, los grupos empresariales, los movimientos populares, las llamadas coaliciones de crecimiento, así como las estructuras económicas. Lo que resulta ciertamente alarmante, pues significa, en el mejor de los casos, que le hemos prestado poca atención a los gobernantes urbanos y, en el peor de los casos, que los concebimos en el marco de procesos urbanos carentes de sujetos.
En este contexto, el nuevo libro de Manuel Perló Cohen, Uruchurtu: el Regente de Hierro, emerge como una potente contribución para subsanar tal hueco de conocimiento desde un caso tan excepcional como el del personaje que más tiempo ha durado al frente de la administración de la Ciudad de México: Ernesto P. Uruchurtu, mejor conocido como el Regente de Hierro, quien se desempeñó como jefe del Departamento del Distrito Federal de 1952 a 1966, en los sexenios de los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos y en los dos primeros años del sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Esta situación podría considerarse relativamente normal en un régimen presidencialista y de partido hegemónico, donde era común que algunos funcionarios ocuparan puestos de alto nivel en diferentes sexenios. Sin embargo, Perló tiene la sagacidad de identificar la peculiaridad de Ernesto P. Uruchurtu al poner en relieve que el Regente de Hierro quebrantó una regla no escrita primordial del régimen político al ser nombrado jefe del Departamento del Distrito Federal (hoy gobierno de la Ciudad de México) en tres sexenios consecutivos y aún a pesar de haber sido precandidato presidencial. Ninguno de los jefes del Departamento o regentes que lo precedieron se mantuvieron en esa posición durante más de un sexenio, mucho menos ser ratificados en el cargo tras haber sido contendientes por la tan anhelada candidatura del partido oficial a la Presidencia de la República.
¿Cómo fue posible este fenómeno único en la historia política de la Ciudad de México en el siglo xx? Perló aborda esta cuestión tan fascinante como crucial, que había permanecido sin respuesta, y ofrece evidencias contundentes sobre la peculiaridad de la gestión de Uruchurtu el Regente de Hierro desafiando las visiones simplistas que conciben a la Ciudad de México durante el régimen de partido hegemónico como la “Ciudad del Presidente”. Si bien es cierto que el presidente de la República era el jefe de la administración pública de la capital, los poderosos titulares del Ejecutivo Federal en la época de oro del régimen de partido hegemónico “convivieron e incluso toleraron” a Uruchurtu porque encontraban en él a un administrador urbano funcional, competente y confiable tanto para la construcción de infraestructura como para la prestación de servicios urbanos. Ello sin que representara un peligro político ni para los presidentes de la República ni para el sistema político, pues bastaba con reconocer su autoridad en determinadas áreas de la política urbana y considerarlo como un funcionario de alto rango dentro del gabinete. Todo lo cual pone en relieve la importancia de actores gubernamentales como Uruchurtu para explicar las políticas urbanas y el desarrollo de ciudades como la de México, pues la presencia del Regente de Hierro alteró por completo el curso de la historia política y urbana de esta urbe en una época tan crucial como la de los años cincuenta y sesenta, cuando la metrópoli mexicana experimentó, entre otras cosas, un crecimiento poblacional explosivo.
Desde el punto de vista de la rigurosidad científica, la forma en que Perló analiza la administración de Ernesto P. Uruchurtu en la Ciudad de México es ejemplar, basándose en fuentes originales recuperadas de archivos históricos, así como en memorias, entrevistas con informantes clave y fuentes hemerográficas que suman cerca de dos mil notas al pie y brindan un soporte de gran envergadura a sus argumentos. Además, la obra cuenta con un trabajo iconográfico de muy alta calidad conformado por fotografías y caricaturas de la época así como titulares de prensa, que permiten al lector hacerse una mejor idea sobre la capacidad de gestión de Ernesto P. Uruchurtu, lo que le valió mantenerse al frente de la administración de la capital de México durante casi tres sexenios.
Por si fuera poco lo anterior, Uruchurtu: el Regente de Hierro, de Manuel Perló, se caracteriza por su estilo narrativo propio de una novela pensada para el deleite del lector. De esta manera, el nuevo libro de Perló está escrito en dos tomos: en el primero examina los orígenes de Uruchurtu y su primera regencia, y en el segundo aborda su segunda regencia y su auge en la presidencia de Adolfo López Mateos, así como su tercera regencia, el ominoso plan mediante el que se le removió del cargo en la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz y, finalmente, su exilio de la política mexicana.
De esta forma, el nuevo libro de Manuel Perló emula las grandes obras sobre administradores urbanos poderosos, tales como The Power Broker (1974), el mejor libro sobre Robert Moses, “el constructor maestro de Nueva York”, escrito por Robert A. Caro. No obstante, Uruchurtu: el Regente de Hierro no es un trabajo historiográfico, sino analítico, y sus consideraciones son de una relevancia trascendental, pues confirman que los gobernantes urbanos son una variable tan importante para explicar el cambio urbano como las basadas en las élites empresariales, las clases sociales, las estructuras económicas, el capital, los movimientos sociales, el poder nacional o las coaliciones de crecimiento, ya sea en países desarrollados o en vías de desarrollo.
Entre las diversas contribuciones del libro, quizás la más destacada es la introducción del concepto de administrador urbano poderoso, que en el caso de Uruchurtu y de administradores urbanos como el barón de Haussmann en París o de Robert Moses en Nueva York, adquirió la forma de una administración designada por una autoridad política superior: Haussmann por el emperador Napoleón III y Moses por diversos alcaldes neoyorkinos, entre quienes destaca el carismático Fiorello La Guardia, y en el caso de Uruchurtu los presidentes de la República del Desarrollo Estabilizador. Si bien, el propio Perló reconoce diferencias sustantivas entre estos tres personajes, principalmente que Uruchurtu no fue un modernizador urbano como sí lo fueron Haussmann y Moses, no cabe duda que la contribución está ahí: los administradores urbanos poderosos pueden surgir en las formas de régimen más insospechadas, ya sean imperios, regímenes presidencialistas fuertes o en democracia, e incluso tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo como el propio Uruchurtu en Ciudad de México o administradores urbanos latinoamericanos que se mantuvieron al frente del gobierno de sus ciudades por un largo periodo o fueron designados por una autoridad política superior, por mencionar algunos Jaime Lerner, destacado urbanista y exalcalde de Curitiba, Brasil, u Osvaldo Cacciatore en Buenos Aires.
Además de los méritos antes señalados, Uruchurtu: el Regente de Hierro se erige como un nuevo clásico en los estudios urbanos, al que las nuevas generaciones de investigadores deben prestar la mayor atención posible, pues esta obra constituye un diálogo con la investigación urbana en México de las últimas cuatro décadas, y ofrece una valiosísima reflexión y un reconocimiento de los logros alcanzados por la comunidad científica en la materia. Esto hace del nuevo libro de Perló una voz muy autorizada para hablar acerca de las tareas pendientes por cubrir en el ámbito de la investigación urbana, y creo que hace un llamado a evitar a toda costa estudiar procesos urbanos carentes de sujetos, al mismo tiempo que invita a abocarse al estudio de los gobiernos de las grandes metrópolis, pues sobre esto sabemos extremadamente poco. Es muy probable que este hueco de conocimiento en la historia de la Ciudad de México se observe en el estudio de las grandes ciudades mexicanas y latinoamericanas, cuyos gobernantes urbanos aún permanecen en el olvido, o bien, ocupan un lugar marginal gracias al predominio de concepciones estructuralistas.
Finalmente, como toda gran obra, el libro nos invita a reflexionar sobre el presente. Perló formula explícitamente la pregunta de si necesitamos un nuevo Uruchurtu que “ponga orden” en una megalópolis como la Ciudad de México actual, que enfrenta desafíos enormes y aparentemente insuperables día con día. Sin embargo, el autor es tajante al rechazar la idea de un nuevo Uruchurtu debido en particular a su carácter autoritario, a sus políticas de moralización y al hecho de que no era propiamente un modernizador. Lo que resulta especialmente relevante en un contexto en que liderazgos con tendencias a la centralización de poder y de agenda conservadora pueden ganar popularidad y alcanzar el poder bajo una bandera de eficacia gubernamental, aprovechándose de un contexto de polarización electoral e insatisfacción ciudadana con la democracia.
En conclusión, Uruchurtu: el Regente de Hierro es un nuevo clásico de los estudios urbanos que nos convoca a adentrarnos en el fascinante mundo del gobierno y la administración urbana en forma rigurosa, científica y valorativamente neutral, a fin de ponderar la importancia de los actores gubernamentales en el estudio del cambio urbano.
José Alberto Nochebuena Miranda
Investigador independiente, México
orcid: 0009-0008-1187-0999
janochebuena@sociales.unam.mx
Fecha de recepción: 29 de marzo de 2024
Fecha de aceptación: 20 de septiembre de 2024