El libro Los géneros en la literatura popular. La imprenta de Antonio Vanegas Arroyo (siglos XIX-XX) es resultado del proyecto “Impresos populares del México de entre siglos (XIX-XX)” de El Colegio de San Luis. Este volumen, coordinado y editado por Danira López Torres y Grecia Monroy Sánchez, reúne nueve investigaciones realizadas por integrantes del Seminario de Impresos Populares Vanegas Arroyo y Posada, las cuales siguen el camino marcado por el grupo en proyectos editoriales anteriores. El objetivo es revisar y revitalizar la lectura del impreso popular mexicano, a partir de las producciones editoriales de Antonio Vanegas Arroyo. El enfoque se basa en analizar su tradición e influencia sobre otras manifestaciones literarias, tradicional y de autor.
Las coordinadoras enfatizan la importancia de valorar críticamente estos materiales, alejados de los prejuicios que en décadas anteriores los redujeron a obras de escaso valor literario o, por el contrario, los sobrevaloraron como epítomes textuales de la voz del pueblo mexicano (p. 9). La obra se divide en tres apartados: “La canción y el corrido”, “Ejemplos, relaciones de sucesos y noticias” y “La tradición y los imaginarios”. Los nueve artículos estudian los principales géneros que se publicaron en la casa editorial de Vanegas Arroyo. Exploran la presencia, en hojas volantes y cuadernillos, del exempla, el corrido, la relación de sucesos, el cuento y la leyenda y, textos que, con afán informativo, dieron cuenta de acontecimientos de impacto nacio nal como accidentes, catástrofes naturales y hechos políticos (p. 11). El corpus de materiales primarios proviene de los acervos digitales del Fondo Vanegas Arroyo y Posada, de la Biblioteca Rafael Montejano y Aguiñaga, de El Colegio de San Luis; del Laboratorio de Culturas e Impresos Populares Iberoamericanos, y de la Colección de Estampas “José Guadalupe Posada” del Instituto Iberoamericano de Berlín.
La primera de las colaboraciones, a cargo de Mariana Masera Cerutti, se titula “Yo soy la maquinista del amor. Aproximaciones a la colección El Cancionero Popular de Antonio Vanegas Arroyo”. La autora profundiza en los cuadernillos como testigos de las características y cambios del imaginario de una época. La pluralidad de formatos, divididos en cuadernillos y hojas volantes, es indicador del interés del público por estas publicaciones, ya que, en sus palabras, “el cancionero servía como detonador del proceso de la memoria sonora, como un palimpsesto de la voz” (p. 25). Asimismo, los considera instrumentos de formación sentimental. El artículo describe las propiedades del cuadernillo estudiado a nivel de formato físico (el tipo de papel que se empleaba para fabricarlos y su multimedialidad por la inserción de grabados) y de sus formas poéticas (corridos, décimas, hasta fragmentos de zarzuelas y poemas con autor reconocido).
Rodrigo Bazán Bonfil, en “Lírica popular mexicana. Canonización y cancioneros. El ejemplo de Vanegas Arroyo”, continúa la pesquisa sobre el impacto de la música que reprodujo esta casa editorial en su entorno y años posteriores. El investigador analiza el rol del soporte impreso en la difusión y conservación musical que se mantienen vivas hoy en día gracias a que se incorporaron a los repertorios radiofónicos. En el artículo afirma que el cuadernillo fue un mecanismo de consagración (p. 54). A través de la presentación del proceso de búsqueda de la pieza “La pajarera”, aparecida en un cuadernillo de 1920 (vinculada autoralmente a Manuel M. Ponce en 1917), Bazán expone la variedad de músicos que en el siglo XX han retomado la canción desde el género regional mexicano. Registra las variantes entre estrofas en las diferentes versiones mediante un cuadro comparativo que le permite afirmar que “aquello que Antonio Vanegas Arroyo preservó para nosotros hace más de cien años era lírica mexicana tradicionalizándose en este vaivén entre el sonido y lo impreso que, gracias a su labor editorial, tenemos el privilegio de documentar y rastrear apenas a un siglo de distancia […]” (p. 68).
El tercer artículo del volumen pertenece a Mercedes Zavala Gómez del Campo, quien, en “De Santanón y Miguel Cabrera a Chónforo Vico y Julián Rebollar, o cómo caracterizar los “corridos” de los impresos de Vanegas Arroyo” distingue estas composiciones en los impresos populares, de lo que se entiende hoy en día por el género corridístico. La autora describe diecinueve textos que siguen el proceso de consolidación de esta forma poética en sus dos estéticas: la popular y la tradicional. Explica que el corrido “se consolida hacia finales de la segunda década del siglo XX por el auge de su modalidad épica (más conocida como corrido revolucionario), pero que [...] retomó los temas novelescos, ya tratados en su gestación a finales del XIX, en los corridos sobre bandoleros y otros transgresores de la ley, que prefiguran el arquetipo del valentón como héroe del corrido actual” (p. 72). Si bien, el corrido vigente incorpora elementos de ambas estéticas, tradicional y popular, se distinguen por su estilo y tratamiento de los temas.
La segunda parte del libro comienza con el texto de Manuel Pérez, “Aproximación retórica a la dimensión ejemplar de los impresos de Antonio Vanegas Arroyo”. Su propuesta es apelar a la sobrevivencia del exemplum en la composición discursiva del carácter ejemplar en los impresos, con énfasis en los relatos didácticos como los pliegos noticiosos. El autor sugiere “una aproximación retórica que conciba el pliego como portador de un discurso completo y no sólo de un exemplum, un discurso que, si bien, no desarrollaría los cuatro elementos canónicos (exordio, narratio, argumentatio y peroratio), sí contendría tres fundamentales [exordio, argumentatio y peroratio o conclusio]” (p. 112). Lo anterior parte de la relación en las narraciones entre causas y pruebas. Para comprobarlo, establece un puente entre el género del exemplum y los textos morales a la literatura oral o popular. De este modo, es posible entender la naturaleza y utilidad política de estos pliegos, ya que las causas discursivas permiten el reconocimiento sistemático de los propósitos persuasivos de un discurso (p. 112).
Grecia Monroy Sánchez, en “Francisco I. Madero en los impresos de Antonio Vanegas Arroyo (1910-1912)”, aporta un análisis de las diferentes facetas de las representaciones de uno de los personajes más relevantes del periodo revolucionario. La autora reconoce la mención de treinta y seis personajes históricos en los impresos de Vanegas Arroyo, entre los que Madero fue quien tuvo la mayor carga protagónica. En sus palabras, “la presencia de Madero representa la irrupción de la Revolución en los impresos” (p. 123). Por medio de un meticuloso cotejo reflejado en una tabla que incluye el íncipit, la datación y los autores declarados, se afirma que las menciones localizadas entre 1910 y 1916 presentan los distintos puntos de vista: se glorifica la victoria, pero también se critica al gobierno y se emiten burlas por medio de calaveras, como la emblemática hoja volante Calaveras del montón, ilustrada con un grabado de José Guadalupe Posada. Monroy resalta que “Vanegas Arroyo no sólo produjo manifestaciones aisladas de impresos sobre Madero, sino que desarrolló un programa editorial favorable para el maderismo” (p. 145).
“Sátira, crítica y tragedia. El desacarrilamiento del Ferrocarril del Valle (1899)” es el artículo con el que Gretel Ramos Bautista incursiona en la reflexión histórica de los impresos populares a partir de la recurrente temática de los accidentes ferroviarios. La investigadora retoma aquellos impresos en los que Vanegas daba a conocer catástrofes de este tipo por medio de composiciones poéticas ilustradas con grabados de Posada. La revisión histórica de Ramos da cuenta de los mecanismos de apropiación por los cuales el editor convertía las notas de prensa y la información oficial sobre los acontecimientos en contenido para los impresos. Incluía información sobre heridos y muertos. En ellos, de acuerdo con el artículo, se reparaba en las malas condiciones de los vagones y la irresponsabilidad del maquinista. Asimismo, se empleó la caricatura para criticar la infraestructura y administración porfiriana. Cabe mencionar la importancia de este tipo de materiales debido a que el ferrocarril era símbolo del régimen, la ciencia y el progreso, por lo que la cobertura mediática implica por igual la existencia de un registro oficial de los accidentes y la posibilidad editorial de criticar las condiciones del transporte y a los funcionarios involucrados.
La tercera parte del libro la componen tres contribuciones que vinculan los temas de los impresos con la tradición oral hispánica. Danira López Torres propone una lectura diacrónica de la representación de la mujer en las leyendas en “De la tradición oral a la hoja volandera. El motivo del descubrimiento de la identidad de la bruja en leyendas y relaciones de sucesos”. El artículo muestra la pervivencia de este motivo en los impresos de relaciones de sucesos. A partir del análisis de un corpus oral y escrito, compuesto por el cotejo de impresos de Vanegas Arroyo, leyendas recolectadas en trabajo de campo en distintas regiones de México y documentos inquisitoriales, la autora analiza y establece la estructura de las narraciones que comparten el relato de una bruja que se transforma clandestinamente y es descubierta. Los elementos que componen este tipo de hoja volante consisten en el encabezado que funciona como gancho comercial “suceso nunca visto”, íncipit, subtítulo que resume el relato, la relación de lo ocurrido y un comentario moral (p. 187).
Claudia Carranza Vera continúa con la pesquisa de elementos sobrenaturales en los impresos de Vanegas Arroyo en su colaboración titulada “Trayectoria del duende en diferentes ejemplos de la imprenta popular”. Expone la relación entre estos personajes, el engaño y las mujeres, estableciendo un puente que une sus apariciones en la empresa del editor finisecular con la tradición de hojas sueltas desde el siglo XVI. Describe a estas criaturas como seres demonizados por las creencias judeocristianas. Se fijaron en la cultura hispánica caracterizados hacia la picaresca, la burla, la fiesta y la seducción libidinosa que irrumpe en las casas. Entre las hojas volantes que la investigadora examina, destaca el cuadernillo Los amores de un duende o la niña envidiosa, el cual contiene la narración de un intruso burlesco que enamora a una señorita. El relato es de carácter ejemplar que advierte sobre la envidia y el peligro de intimar con duendes (p. 219). De acuerdo con Carranza, “El personaje sobrenatural es una herramienta para ella. [...] Ello demerita la calidad de un cuento, se privilegia la función didáctica sobre la del entretenimiento” (p. 222).
Por último, Claudia Rocha Valverde explora la dimensión antropológica de los impresos como productos y reflejo del imaginario en “Brevísimas y extraordinarias notas de ultratumba, o cómo entender la muerte en el imaginario de entre siglos XIX y XX con los impresos populares de Vanegas Arroyo”. El texto ofrece un estudio que indaga en las influencias y dinámicas que formularon iconográficamente los modelos de calaveras presentes en los grabados de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada para las publicaciones de Vanegas. A partir de La Garbancera, estampa de 1910 que se refuncionalizó en la actualidad como figura representativa del Día Muertos, entre otros ejemplos, se afirma: “La genialidad de Posada y Manilla fue dotar las calaveras de identidad con elementos mínimos que hacían fácilmente identificable al personaje al que hacían referencia también los versos” (pp. 246-247). La autora considera que la cultura popular visual del siglo XIX mexicano tuvo un auge gracias a los impresos de Vanegas Arroyo (p. 238).
En resumen, el tratamiento y la gestión de los saberes populares permiten considerar al impresor Antonio Vanegas Arroyo como uno de los gestores culturales más prominentes de su tiempo. Su empresa transmitió múltiples visiones del mundo y saberes a una generación que los conservó, mientras atestiguó momentos decisivos de la conformación del país. La protección del legado de esta imprenta popular contribuye a explicar hoy en día valores y costumbres perdurables en la cultura mexicana. Asimismo, el esfuerzo interinstitucional que dio por resultado el presente volumen confirma el valor artístico e histórico del corpus de impresos populares. Como se ha visto a lo largo de la presente revisión, la aportación del volumen supera el rescate literario. El análisis del corpus elegido establece constantemente un diálogo interdisciplinar con otras áreas de las ciencias sociales y las humanidades, como la historia, la historia del arte y la música, el cual sugiere incógnitas nuevas por resolver en futuros trabajos académicos y divulgativos.