Pancho Villa en la prensa gráfica capitalina. La soberanía de la Convención en entredicho*

 

 

Resumen

Este artículo tiene el propósito de describir y analizar las distintas reacciones que provocó la presencia en Aguascalientes del general Francisco Villa, en octubre y noviembre de 1914, tanto en la prensa capitalina controlada por Venustiano Carranza como entre los delegados constitucionalistas que se dieron cita en el Teatro Morelos. Fotografías y caricaturas publicadas, acompañadas de notas periodísticas, páginas editoriales y pies de imagen, jugaron un papel importante en la tarea de ir desprestigiando ante la opinión pública al líder de la División del Norte, así como poner en entredicho la neutralidad del territorio y la soberanía de la Convención Revolucionaria, en una época en que la realidad política del país cambiaba con rapidez, mientras las facciones revolucionarias buscaban imponer su hegemonía.

Abstract

This paper has the purpose of describing and analyzing the different reactions provoked by the presence in Aguascalientes of general Francisco Villa, in October and November 1914, both in the capital's press controlled by Venustiano Carranza, and among the constitutionalist delegates who gathered at the Teatro Morelos. Published photographs and caricatures, accompanied by journalistic notes, editorial pages and image captions, played an important role in the task of discrediting the leader of the Northern Division in the eyes of public opinion, as well as questioning the neutrality of the territory and the sovereignty of the Revolutionary Convention, at a time when the political reality of the country was changing rapidly, while the revolutionary factions sought to impose their hegemony.

 

 


Introducción

Es preciso señalar que ya en otro trabajo me he ocupado de historiar el tema de la Convención Revolucionaria en relación con las fotografías, dibujos y caricaturas publicadas tanto en la prensa escrita e ilustrada subvencionada por el constitucionalismo como la controlada por el gobierno convencionista, entre los años de 1914 y 1915. En él, y para analizar dichas imágenes, considero a la prensa escrita como fuente “en sí” y también como fuente “para sí”; esto es, recurro a ella para obtener información de los sucesos históricos como tal, pero también como objeto de estudio al contemplar una serie de elementos como son la materialidad y equipo, domicilio, intereses que defiende, cuerpo de redacción, fotógrafos, reporteros, perfil de colaboradores, periodicidad, tiraje, público al que se dirige, alcance de circulación y demás.1

Cabe aclarar, además, que en un par de textos ya publicados hace casi una década me he ocupado de la cobertura que hizo de la Convención la prensa carrancista, donde se incluyen las impresiones que los periodistas tuvieron de la ciudad, la atmósfera que prevalecía en ella durante esos aciagos días, y en el que anoto las reacciones por la presencia del caudillo duranguense.2

El general Francisco Villa estuvo en Aguascalientes a mediados de octubre de 1914, inmediatamente después de que la Convención Revolucionaria se declaró soberana, con el interés de pulsar los ánimos; simbólicamente hacer sentir su fuerza puesto que se hizo acompañar de su escolta de élite en Rincón de Romos, esto es a escasos treinta kilómetros estaban fuerzas militares de la División del Norte; quiso hacer acto de presencia en el Teatro Morelos, a pesar de que estaban en receso por ser fin de semana, pero lograron reunirse un grupo de delegados y ante ellos firmar la bandera convencionista y emitir un mensaje a la nación.

El objetivo de este trabajo, a la luz de nuevas evidencias empíricas localizadas en la propia prensa y bibliografía más reciente, es reflexionar sobre un tema muy delicado y que estaba en el tapete de la discusión entre los principales actores del proceso revolucionario: la soberanía del organismo y la neutralidad supuestamente amenazada. Carranza, celoso del principio de autoridad, no permitiría que la Convención estuviese por encima de él, y la presencia de Villa y su escolta le dio el pretexto que estaba buscando para precipitar el rompimiento. Para ello, el Primer Jefe puso en marcha una estrategia de propaganda política por él controlada, para desprestigiar la Convención y sus brazos armados.

La Convención, pues, fue un organismo que pasó por una serie de etapas. Me concentraré en los antecedentes y las dos primeras fases: Ciudad de México y Aguascalientes, focalizado en los encuentros y desencuentros hasta llegar a la fractura definitiva.

Al hacer la lectura y análisis de fotos y caricaturas de prensa -sostiene Pepe Baeza-3, hay que ser enormemente pragmático, ubicándolas en su contexto histórico. Texto e imagen en la prensa ilustrada forman una unidad -sostienen Rafael Barajas y Fausta Gantús- directamente relacionada con la época en cuestión; es preciso encontrar el repertorio de ideas que flotaban en el ambiente, las preocupaciones e intereses de quien o quienes encargaron el trabajo (en este caso los periódicos y revistas subvencionados por el carrancismo), todo lo cual permite describir y analizar la obra en su contexto; para el caso de la caricatura, importa saber de qué se reía la gente y destacar su carácter irónico, violento y ofensivo.4 Revisión cuidadosa de diarios y revistas localizadas en el Fondo Reservado de la Hemeroteca Nacional de México, poniendo atención en los encabezados, notas principales, página editorial, fotografías, caricaturas y pies de imagen dieron la pauta para contrastar que la facción carrancista pasó de la desconfiada cautela a la agresión cada vez más franca y abierta contra sus enemigos políticos.

Antecedentes del conflicto Villa-Carranza y la Convención de la Ciudad de México

Son de sobra conocidos los acontecimientos históricos que fueron configurando una serie de desencuentros y confrontaciones entre Venustiano Carranza, autonombrado Primer Jefe Encargado del Poder Ejecutivo, y Francisco Villa, general en jefe de la poderosa División del Norte, a lo largo de 1914. En resumidas cuentas, se fue gestando una escisión revolucionaria que terminó en fractura. Los enuncio a continuación. El caso del asesinato del ciudadano británico William S. Benton en febrero, en Chihuahua, quien en tono insolente amenazó e intentó amagar a Villa, provocando con ello un posible conflicto con los ingleses; el intento de fusilamiento del gobernador de Chihuahua Manuel Chao en abril, acusado de insubordinación por el Centauro del Norte, evitado por el Varón de Cuatro Ciénegas, quien además intrigó e hizo labor de división tanto en este estado como en Durango bajo la gubernatura de Pastor Rouaix; las declaraciones de Villa ante la ocupación del Puerto de Veracruz por los marines norteamericanos el 21 del mismo mes, declarando a reporteros que él no tenía inconveniente, y el consecuente regaño de Carranza por interferir en un asunto de política internacional; el interés de que Pánfilo Natera y los hermanos Arrieta tomaran Zacatecas, pero Villa decidió tomarla entre el 23 y el 24 de junio, decidiendo el embate en pleno de toda la División del Norte, que con ello destrozaba al ejército federal y precipitaba la caída del huertismo; el temor de Carranza de que Villa fuese el primero en entrar a la capital del país, poniéndole obstáculos para abastecer sus trenes y mostrándole cada vez mayor hostilidad; la insubordinación de la División del Norte desafiando la autoridad del Primer Jefe; las conferencias de Torreón a principios de julio entre representantes de las divisiones del Noreste y Norte donde acordaron convocar a una Convención; los esfuerzos conciliadores en el transcurso de septiembre, vía intercambios telegráficos y algunas visitas que el general álvaro Obregón hizo a la ciudad de Chihuahua para entrevistarse con Villa, de la comisión permanente de pacificación integrada por revolucionarios (Lucio Blanco, Eduardo Hay, Rafael Buelna, el propio Obregón, entre otros) de buena fe, para tratar de evitar la ruptura definitiva.5

El 4 de septiembre, Venustiano Carranza giró un telegrama-invitación que un día después fue publicado en la prensa capitalina, argumentando que de acuerdo al Plan de Guadalupe se había comprometido a convocar a una Convención de jefes constitucionalistas, citándolos -también mediante telegrama- para el 1 de octubre en la Cámara de Diputados.6 Mentía deliberadamente, pues en realidad, de las conferencias de Torreón surgió la propuesta de realizar una Convención, a razón de un delegado por cada mil hombres de tropa. Por lo demás, a ese foro asistirían los gobernadores que él había nombrado, así como todos los jefes militares también en gran parte por él nombrados, de modo que tenía garantizado el control.

Por otro lado, de las conferencias de Zacatecas a fines de septiembre, miembros de la Comisión Permanente de Pacificación acordaron en un ambiente de cordialidad con algunos jefes de la División del Norte (entre ellos José Isabel Robles, Manuel Chao), que se reunirían en la ciudad de Aguascalientes a partir del 5 de octubre. Por desconfianza, los villistas no irían a la Ciudad de México.

Cabe señalar que Villa, tras la victoria en Torreón en octubre de 1913, se convirtió de facto en un dirigente a nivel nacional, pues controlaba recursos, territorios, contaba con prestigio y el más poderoso ejército. Su relación con Carranza era contradictoria, mientras que éste le mostraba cada vez más hostilidad al caudillo duranguense.

Tampoco debemos olvidar que el general Felipe ángeles tenía su agenda nacional propia e influía en las decisiones del jefe de la División del Norte, pues deseaba la ruptura entre ambos, al igual que José María Maytorena, el gobernador de Sonora.7

Carranza en todo momento consideró a la Convención como una mera junta consultiva. El 3 de octubre rindió un informe y, tal como había prometido, puso su renuncia como Primer Jefe encargado del Poder Ejecutivo, pero se cuidó de no ponerla con carácter de irrevocable, de modo que en votación nuevamente le fue regresado el mando. Una buena parte de su discurso lo dedicó a atacar a Francisco Villa y su División del Norte, acusándolos de reaccionarios y rebeldes.

Algunos delegados (miembros de la comisión pacificadora) maniobraron y presionaron para que la Convención se trasladara a Aguascalientes y así cumplir con la palabra empeñada. El licenciado Luis Cabrera, representante de Carranza, se oponía, pues aseguraba que en aquella ciudad el organismo sería presa fácil del villismo.

La Convención Revolucionaria en Aguascalientes

La ciudad de Aguascalientes fue escogida en octubre de 1914 como sede para la realización de la Convención Revolucionaria, con el claro propósito de tratar de evitar la escisión entre las facciones, decidir quién gobernaría el país y en qué forma, así como acordar la elaboración de un programa de gobierno.

Repentinamente, Aguascalientes se convirtió en el foco de atención de todo el país y acaparó la atención pública. Los revolucionarios de las distintas facciones, la prensa y la opinión pública volvieron su mirada expectante hacia la capital hidrocálida. De inmediato, los principales diarios de la prensa capitalina mandaron sus enviados especiales. Fotógrafos y periodistas se prepararon con todo el equipo necesario para estar presentes en el lugar de los hechos y cubrir la nota. Diarios como El Liberal y El Pueblo, recientemente fundados por Carranza, mandaron a Carlos Alberto Quiroz (reportero) y Carlos F. Muñana (fotógrafo), representando al primero, y a Arturo Cisneros (fotoperiodista), al segundo medio impreso. La Ilustración Semanal, que terminó en la órbita del carrancismo, también envió a su fotógrafo estrella, Agustín Víctor Casasola (véase Imagen 1).

Imagen 1

Los Jefes Revolucionarios en Aguascalientes

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Fuente: La Ilustración Semanal, 2 de noviembre de 1914. Arriba: delegados jugando billar en amigable camaradería, posiblemente en el Hotel Washington, o bien, en el Hotel Bellina; de izquierda a derecha, el coronel Samuel de los Santos, el general Francisco de P. Mariel y el general álvaro Obregón. Abajo: los generales Manuel Chao y Eugenio Aguirre Benavides de la División del Norte, en uno de los corredores del Hotel Bellina, en Aguascalientes. Fotografía: Arturo Cisneros.

Los villistas cumplieron su promesa e hicieron acto de presencia en la capital de Aguascalientes. La prensa seguía muy de cerca los movimientos de figuras destacadas de la División del Norte como José Isabel Robles,8 Eugenio Aguirre Benavides,9 Felipe ángeles,10 Calixto Contreras y Roque González Garza. Todavía estaba reciente el estruendo de las batallas de Zacatecas de menos de tres meses atrás y sus nombres resonaban con tintes de leyenda, pues sus fabulosas hazañas de campaña eran comentadas y la gente, estupefacta y con asombro, los admiraba al verlos caminar por calles, plazas, al entrar y salir del Teatro Morelos, así como en los lugares donde se hospedaban.

Arturo Cisneros, enviado especial del diario El Pueblo, quien escribía una detallada crónica de los acontecimientos, comentó que los revolucionarios se visitaban unos a otros, paseaban y desfilaban por la ciudad.11 Lamentablemente, los fotógrafos no tomaron -al menos no fueron publicadas- fotografías de estos sucesos propios de la cotidianidad. Tan sólo unas cuantas imágenes dan cuenta del ocio y esparcimiento de algunos delegados.

José C. Valadés comenta que a la Convención Revolucionaria de Aguascalientes acudió gente de todo tipo: caudillos, caciques y hasta simples pueblerinos y rancheros, “con las características, ora de la hurañez, ora de los odios, ora del abigeato, ora de las idealizaciones, ora de la vulgaridad. De todo es posible hallar dentro de ese reino de la Revolución; y es que allí, en Aguascalientes, está la Revolución misma”.12

Se formó una Junta Neutral de Gobierno conformada por el ejecutivo estatal, coronel Alberto Fuentes Dávila, general Guillermo García Aragón en representación de los constitucionalistas y el general Fidel Ávila -exgobernador de Chihuahua en mayo de ese año y compadre de Pancho Villa, por cierto- por la División del Norte.13 Su cometido: garantizar la neutralidad de Aguascalientes; esto es, evitar que se aproximaran tropas beligerantes, así como salvaguardar la integridad física de los delegados que se daban cita en la histórica Convención. Carlos F. Muñana, fotógrafo de El Liberal, fotografió a los miembros de dicha comisión, así como la llegada de los trenes de la División del Norte a la estación, señalando con una cruz el carro donde se alojaba el general Felipe ángeles (véase Imagen 2).

Imagen 2

Junta Neutral de Gobierno y llegada de trenes de la División del Norte a Aguascalientes

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Fuente: El Liberal, Ciudad de México, 12 de octubre de 1914 (Colección particular de Luciano Ramírez Hurtado). Arriba: Junta Neutral de Gobierno, conformada por el general Fidel Ávila de la División del Norte, Guillermo García Aragón del ejército constitucionalista y coronel Alberto Fuentes Dávila, gobernador de Aguascalientes. Abajo: trenes de la División del Norte llegando a la estación de Aguascalientes. Fotografía de prensa autoría de: Carlos F. Muñana.

Las fuentes reportan que en los primeros días prevalecía un ambiente de camaradería y cordialidad entre los representantes de una y otra facción; hubo comidas y banquetes donde convivieron aparentemente contentos. El villista Vito Alessio Robles, miembro de la mesa directiva de la Convención, apuntó en su narración: “Circulaban por las empedradas calles, centenares de automóviles, casi todos con los capacetes echados hacia atrás y en ellos militares tocados con sombreros texanos. Las plazas y las rúas llenas de soldados con cananas cruzadas en el pecho, repletas de brillantes cartuchos. La estación ferroviaria congestionada de convoyes militares”.14 Podemos imaginar el ambiente tenso a la vez que excitante que vivió Aguascalientes en esos días. Súbitamente, el ambiente se tornó lúdico.

Al principio, las sesiones transcurrieron en asuntos irrelevantes, como nombrar una nueva mesa directiva; expedir credenciales y acordar quienes tenían derecho o no para ser delegados; discutir si se trataba de una nueva Convención o era continuación de la de México; dar los pasos necesarios para pacificar al país, ya que en algunas partes de la República había tiroteos entre grupos revolucionarios antagónicos; dictar órdenes de que Carranza, Villa y Emiliano Zapata liberaran a los presos políticos que tenían en su poder; invitar al Ejército Libertador del Sur para que enviase representantes ante la Convención, pues también ellos habían coadyuvado a derribar la tiranía huertista; firmar la bandera nacional, jurando cumplir y hacer cumplir los acuerdos que ahí se tomaran. Un acuerdo importante es que el 14 de octubre la Convención se declaró soberana, esto es, que ninguna otra autoridad o persona estaba por encima de ella. Estaban en el ambiente temas como la representatividad y la soberanía.

El Centauro del Norte nombró como su representante personal ante la Convención Revolucionaria al coronel coahuilense Roque González Garza (Saltillo, 23 de marzo de 1885-Ciudad de México, 12 de noviembre de 1962),15 antiguo revolucionario de extracción maderista, muy dinámico, activo y participativo al interior de la Convención que gustaba de debatir y confrontar con sus adversarios políticos, aunque sin argumentos demasiado sólidos ni convincentes (véase Imagen 3).16 González Garza tenía la encomienda de presentar el programa villista, encaminado al reparto de la tierra -en realidad, un agrarismo incipiente, a partir de un intercambio epistolar con Zapata desde el otoño de 1913- y a implantar la democracia; como todos los planes norteños, brillaba por su ambigüedad en cuanto a ideas de cambio social, pero que poco a poco y con el transcurrir de los meses fue condensándose y dando vida a un programa cada vez más definido.

Imagen 3

“Un aspecto de la asamblea. Votación en escrutinio secreto”, al interior del Teatro Morelos, donde se observa a Roque González Garza (personaje de barba)

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Fuente: El Liberal, Ciudad de México, 15 de octubre de 1914 (Colección particular de Luciano Ramírez Hurtado). Detalle de fotografía de prensa. Autor Carlos F. Muñana.

Friedrich Katz asegura que el villismo no sólo no estaba interesado en controlar a la Convención, sino que su actitud fue conciliadora. Así resume su estrategia:

Cuando Villa insistía en que no quería para él el poder nacional, estaba siendo absolutamente sincero. Pocas semanas después, cuando pudo convertirse en presidente, no hizo nada para lograrlo. Ni Villa ni los villistas intentaron imponer a su candidato en la Convención. En Aguascalientes, la estrategia de Villa siguió siendo, como hasta entonces, básicamente defensiva. Quería mantener el statu quo militar y político, conservar el control militar de la División del Norte y el control político sobre Chihuahua y la región adyacente. La clave para lograrlo, pensaba, era eliminar a Carranza del poder.17

Reacciones por la presencia de Francisco Villa en la Convención

El viernes 16 de octubre de 1914, a las cinco de la tarde, arribó a Aguascalientes el general Francisco Villa, procedente de Zacatecas: “a quien acompañan -escribe el reportero Alberto Quiroz- los miembros de su Estado Mayor y el cónsul norteamericano en Chihuahua, Mr. George Carothers”.18

La llegada de Villa a Aguascalientes fue todo un acontecimiento. Naturalmente causó gran expectación. En su carro recibió a numerosas personas que lo visitaron, entre ellos algunos jefes militares. Una numerosa muchedumbre se congregó en la estación frente a su carro:

[...] espiando la oportunidad de verlo. La banda de la brigada ángeles dio al general una audición. Los representantes de la prensa metropolitana tratamos de celebrar una entrevista con el general Villa, y para el efecto solicitamos ser recibidos. Después de alguna espera nos llamó el jefe de la escolta, y en la plataforma nos recibió don Luis Aguirre Benavides, secretario particular del general, y quien de parte de éste nos dijo que no tenía nada que comunicar a la prensa.

Le preguntamos sobre el objeto de su viaje y el señor Aguirre Benavides manifestó que el general Villa deseaba conocer personalmente cuál es el espíritu reinante entre los miembros de la Convención.19

Villa no quiso hablar con la prensa, y menos tratándose de la controlada por Carranza. En cambio, accedió a posar con gusto para que Heliodoro J. Gutiérrez -fotógrafo independiente que en su momento cubrió la campaña maderista y la épica toma de Ciudad Juárez- para le tomara varias fotos. Posiblemente ya se conocían y el Centauro del Norte simpatizaba con él. Dos de ellas fueron publicadas en La Ilustración Semanal, hasta el 2 de noviembre. En la primera, con el pie de imagen: “La última fotografía del Gral. Villa, Jefe de la División del Norte, durante el viaje que hizo a la Convención de Aguascalientes, con el objeto de jurar la bandera”, se observa al Centauro del Norte, apeado junto a su carro dormitorio especial, de cuerpo entero, tiene un gesto de confianza y de quien tiene seguridad en sí mismo, insinúa una sonrisa, muestra su prominente mandíbula, bien rasurado, bigotes peinados. (véase Imagen 4)

Imagen 4

El general Villa en Aguascalientes, apeado junto a su carro dormitorio, el 16 de octubre de 1914

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Fuente: La Ilustración Semanal, Ciudad de México, 2 de noviembre de 1914. Autor: Heliodoro J. Gutiérrez.

En la segunda, Villa con su escolta de élite posan para el fotógrafo. Perfectamente acomodados en forma escalonada y cuatro hileras de hombres hacia atrás, utilizando como telón de fondo uno de los vagones del carro dormitorio -el número 3 518 de los Ferrocarriles Nacionales de México-, posaron cerca de ochenta integrantes, impecablemente uniformados, carrillera cruzada al pecho, sombrero texano, bien armados con rifles largos; los que forman la primera fila se hincan sobre una de sus rodillas, descansan la carabina en el piso sobre la culata, empuñan el arma y miran fijamente a la cámara; entre ellos, casi al centro, descubrimos a Villa que apenas se distingue de entre los demás (por tal motivo fue señalado con una equis), el rostro se le ilumina, porta un viejo sombrero, viste ropa sencilla, camisa de algodón, empuña el rifle con la mano derecha y descansa el brazo izquierdo sobre una de sus piernas. En el pie de foto dice: “La escolta que acompañó al general Francisco Villa durante su viaje a Aguascalientes, donde se está celebrando la Convención actualmente”. La fotografía grupal de Villa con sus muchachos apiñados, en bloque, es una demostración de orden y disciplina. En ambas se le ve complaciente con el fotógrafo, gustoso, radiante (véase Imagen 5).

Imagen 5

El general Villa con sus “Dorados”, en Aguascalientes, 16 o 17 de octubre de 1914

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Fuente: La Ilustración Semanal, 2 de noviembre de 1914. Autor: Heliodoro J. Gutiérrez.

El corresponsal del periódico El Liberal, señor Carlos A. Quiroz, escribió: “En las primeras horas de la mañana [del sábado 17 de octubre], recorrió a caballo la población, seguido de una numerosa escolta”.20 Por su parte, Anita Brenner -nacida en Aguascalientes en agosto de 1905 y que para octubre de 1914 tendría 9 años de edad cumplidos-, comenta en su ensayo El viento que barrió a México, publicado en 1943:

Villa llevó allí sus tropas y convirtió la Convención [de Aguascalientes] en una demostración de fuerza. La ciudad miraba boquiabierta al hombre poderoso de fuerte mandíbula y ojos chispeantes que hacía bailar a su caballo de arriba hacia abajo entre las filas a las que pasaba revista. La famosa Caballería Dorada pasó galopando, la infantería levantaba una polvareda con los pies, los indios desfilaban solemnemente, y también había un aeroplano que chisporroteaba y, rugía y milagrosamente hacía círculos en el cielo.21

El general Villa manifestó su deseo de asistir a una sesión de asamblea y dirigir unas palabras a los delegados que estuviesen presentes y a la nación. Ninguno de los fotógrafos de la prensa ilustrada metropolitana tuvo oportunidad de fotografiar el suceso, pues aunque quisieron entrar se les negó el acceso. No obstante, algunos delegados les llevaron detalles y publicaron la nota.22

Existe una fotografía -no publicada en ningún periódico- de Villa en el interior del teatro, sentado en segunda fila al lado derecho del lunetario. Fue tomada -ignoramos el nombre del autor, aunque puede tratarse de Leopoldo Varela, un fotógrafo local-23 desde el proscenio y se le observa atento, mientras el general Eduardo Hay cuchichea detrás con el general Ramón F. Iturbe. Atrás de éste, muy serio y circunspecto, el delegado álvaro Obregón, quien lanza una mirada desconfiada hacia Villa. Del otro lado, un curioso Eulalio Gutiérrez los voltea a ver (véase Imagen 6).

Imagen 6

El general Francisco Villa, sentado en una butaca del lunetario (al frente a la derecha) del Teatro Morelos, el 17 de octubre de 1914

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Fuente: Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, Fototeca, Fondo Teresa Varela de Luna, núm. 1. Autor: posiblemente Leopoldo Varela.

Una vez que el general Francisco Villa se hizo presente en la Convención para jurar lealtad, posar para la foto, firmar sobre la bandera nacional, hacer público su deseo de no ambicionar puesto político alguno, darse un abrazo de aparente amistad con Obregón, se levantó una tremenda borrasca.24 Según la versión de Francisco Vela González, Villa dijo: “Bueno, ya les firmé la bandera, y me retrataron, pero si sacan otra vez a Carranza, les advierto que habrá balazos, y no me digan después que soy traidor”.25 Los periodistas, muy pendientes de todos los movimientos del Centauro del Norte, informaron que había salido el domingo por la noche de Aguascalientes con rumbo a su cuartel general.

El Pueblo varios días antes, el 13 de octubre, había publicado, en el encabezado principal, una nota por demás tendenciosa: “El Gral. Francisco Villa está en Rincón de Romos a treinta kilómetros de la C. de Aguascalientes”.26 El lunes 19 de octubre se puso en el tapete de la discusión un asunto delicado: la cuestión de si Aguascalientes era o no una región efectivamente neutral que garantizara la tranquilidad y seguridad de los delegados para debatir libremente y sin temor alguno. Y es que el fin de semana ocurrió un suceso importante cuando los encabezados y notas principales de la prensa subsidiada por Carranza, del martes 20, en relación con la presencia de Villa, en tono de alarma publicaron: “Aguascalientes no es neutral, por lo que protestan varios delegados”, “Aguascalientes está amagada por tropas de la División del Norte”. Ese mismo día, en El Liberal, dos fotografías, cuyo pie dice: “Aspecto de la estación al llegar el Gral. Villa”, donde se observa a muchos curiosos y “El Gral. Villa”, en una foto de archivo.27

Además, hubo una serie de incidentes desagradables propiciados por soldados villistas, que en estado de ebriedad amenazaron y molestaron a varios delegados, tanto en la plaza principal como en las cercanías a la estación del ferrocarril para obligarlos a gritar vivas al Centauro del Norte, lo cual fue interpretado como una amenaza a la neutralidad de la ciudad y falta de garantías reales para los pobladores y seguridad efectiva para los delegados a la Convención. Esto llegó a oídos del general Villa que, preocupado por cuidar su prestigio, envió un telegrama al general José Isabel Robles, mismo que fue leído en la Convención y publicó El Liberal en su crónica:

En el telegrama le dice que tiene noticias de que en Aguascalientes se suscitan frecuentes escándalos entre oficiales y tropa de la División del Norte, y como ello redunda en desprestigio de la misma, sugiere que los jefes de la División se reúnan para estudiar la manera de resolver el caso; pero propone como primera providencia, que deben ser cerrados los establecimientos donde expéndanse bebidas embriagantes. Pasa, este telegrama a la misma comisión de Gobernación.28

Todo se derivó de una proposición de los generales Gregorio Osuna y álvaro Obregón, para que la Convención diera los pasos necesarios para neutralizar de una manera efectiva a la ciudad. Los villistas se sintieron aludidos y ofendidos, particularmente el coronel González Garza, quien acusó al general Villarreal de estar enterado personalmente de esos asuntos, haber aceptado tácitamente, y a pesar de ello sacarlo a colación en una sesión pública. Viendo la coyuntura, varios delegados carrancistas aprovecharon la ocasión para narrar abusos de que habían sido objeto y valerse de ello para propagar entre los asistentes la idea de que la ciudad estaba amagada por la División del Norte y se carecía de garantías.29

El general carrancista Guillermo García Aragón, miembro de la Junta Neutral de Gobierno, se justificó al señalar que no contaba con fuerzas reales para guardar el orden y garantizar la seguridad personal de los miembros de la Convención, ya que sólo contaba con cien policías para cuidar a toda la población. Lo cierto es que la región desde hacía varios meses acusaba un problema grave de inseguridad pública que no habían podido resolver las autoridades. La presencia de fuerzas militares en la ciudad y personas de origen desconocido que delinquían en las cercanías de la capital fue motivo de conflicto constante. Estuvieron a la orden del día los robos, confiscaciones, clausura de establecimientos; hubo personas heridas, secuestradas y asesinadas;30 además, fueron frecuentes los casos de escándalos en la vía pública por riñas, embriaguez y prostitución. Los cien gendarmes del cuerpo de policía de la capital de Aguascalientes se vieron en la imposibilidad de dar garantías a la población. El número insuficiente de guardias de seguridad, el escaso armamento con que contaban y el nulo respeto de parte de las fuerzas militares que guarnecían la plaza, obstaculizaron el orden.

Los desmanes y atropellos a que hacían referencia algunos delegados se debían, en suma, al relajamiento social, a la inercia del momento revolucionario que se vivía, al exceso de soldados irresponsables y prepotentes que deambulaban por las calles en estado de ebriedad. Muchos de ellos eran en realidad asistentes de los delegados o pertenecían a la escolta personal de los jefes militares de las distintas facciones que acudieron a la Convención y que bajo los influjos del alcohol cometieron atropellos contra la población en general, agentes de seguridad y miembros de la asamblea revolucionaria.

Causó profunda tensión la concentración de numerosas tropas y pertrechos de guerra a lo largo de la frontera norte del estado de Aguascalientes, así como de otras fuerzas en los límites entre San Luis Potosí y Zacatecas,31 y más aún se interpretó como una seria amenaza el hecho de que 18 mil efectivos villistas avanzaron con todo y bestias hasta Rincón de Romos, Aguascalientes, con el propósito de procurar alimento para la tropa y los animales, ya que en Zacatecas no lo había, dijo Roque González Garza.32 Al parecer, la presencia del general Francisco Villa en Aguascalientes, y la estancia provisional de una numerosa fuerza militar de la División del Norte a tan sólo 38 kilómetros de la ciudad capital, incomodó y puso nerviosos a algunos delegados que la consideraron como una especie de violencia simbólica.

Los delegados carrancistas aprovecharon para señalar que la neutralidad era una farsa, y tanto tácita como explícitamente aprovecharon para acusar a las fuerzas de la División del Norte de amagar la neutralidad de la ciudad. Gregorio Osuna, Antonio I. Villarreal y otros, inclusive, propusieron que la Convención se mudara de sede si no se garantizaba la neutralidad. El jueves 22 de octubre, el encabezado principal de El Liberal, por demás tendencioso, decía en letras mayúsculas: “Ha pedido se traslade la Convención a otra ciudad el gobernador de Colima, teniente coronel Eduardo Ruíz”.33 La propuesta no fructificó. pues se corroboró que no existía tal amago.34

La asamblea ordenó, el 21 de octubre, que Tomás Urbina sacara sus tropas de Rincón de Romos y las llevara fuera del territorio de Aguascalientes, disposición que fue acatada ese mismo día y sin problemas por el general villista. Además, impuso la censura en el telégrafo al prohibir que fuera pasado cualquier mensaje en clave o cifrado.35 Se había dado un paso importante en la neutralización del estado y con ello se tranquilizarían los ánimos por un tiempo entre los delegados, no así en la insidiosa prensa carrancista metropolitana.

Se caricaturiza a Villa en la Convención como un hombre rústico e incivil

Desconcierto y desazón provocó en La Guacamaya, revista para obreros, que para esos días se pronunció en favor del constitucionalismo triunfante, la amenaza de otra guerra civil y la disputa que se suscitaría entre los líderes de las facciones revolucionarias. Precisamente en el dibujo “Paz es lo que desea el Pueblo”, de Eugenio Olvera Medina, publicado el domingo 18 de octubre de 1914, se alude a la Convención (véase Imagen 7).

Imagen 7

“Paz es lo que desea el pueblo”

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Fuente: La Guacamaya, 18 de octubre de 1914. Autor: Eugenio Olvera.

La escena de la izquierda se desarrolla en un espacio ambiguo, indefinido, no queda del todo claro si es al aire libre o un lugar cerrado. Observamos a dos delegados que permanecen de pie, encarados uno al lado del otro y de perfil, discuten bajo la escalinata (alude al lunetario del teatro); hacen uso de la voz al mismo tiempo sin esperar su turno. El personaje de la derecha es el general álvaro Obregón, pues además de que en la pierna tiene escrito el apellido del divisionario sonorense, el dibujante -que estaba más familiarizado con el jefe de la División del Noroeste, ya que en la prensa se publicaron fotos de él- lo representó con sus características “entradas” naturales del cuero cabelludo, aunque un poco más pronunciadas, el rostro de perfil, volteando hacia su oponente, perfectamente rasurado, con su flamante uniforme militar y calzando botas hasta las rodillas; sus ademanes son de amabilidad y cortesía, en tanto coloca el brazo izquierdo detrás de la espalda y con el derecho estirado como poniendo de testigo a quien preside la ceremonia. El personaje de la izquierda es el general Francisco Villa, lo sabemos porque tiene escrito el apellido del jefe de la División del Norte en la espalda, pues para nada plasma los rasgos y gestos más invariables del sujeto; es evidente que el dibujante no estaba familiarizado con los rasgos fisonómicos característicos de él. No obstante, decidió representarlo como un hombre desaliñado, pues al inclinar ligeramente la cabeza de Villa hacia atrás, luce despeinado, barba de varios días, vestido con casaca militar desfajada y pantalón hasta las rodillas; descalzo, como si fuera un tosco labriego: su gesto y actitud son amenazantes: señala con el dedo acusador a su contertulio. A un costado y a espaldas de Obregón un aparato telefónico empotrado en la pared y una mujer de pie, vestida de largo: es “La Paz”, que toma el auricular con la mano izquierda, mientras con la derecha se tapa el otro oído, hace un gesto de angustia que se le dibuja en el rostro; llama a la Ciudad de México. Del otro lado de la línea telefónica, en la escena que se desarrolla en el rectángulo, esto es, en otro espacio, recibe la llamada “el Pueblo”, representado como un hombre sentado, cruzando la pierna, en un pequeño cuarto; escucha con atención a través del teléfono, habla con “La Paz” para que le informe lo que sucede.

Cabe recordar que Villa estuvo en Aguascalientes un día antes de la publicación de esa caricatura, es decir, el sábado 17 de octubre, cuando hizo acto de presencia en el teatro, firmó la bandera convencionista, pronunció un discurso, le tomaron fotografías, se dio un abrazo con Obregón y se fue con rumbo a Guadalupe, Zacatecas, pues no se quedó como delegado a deliberar, sino que tenía su representante.

Es evidente que el dibujante Eugenio Olvera, autor de la caricatura, no conocía la ciudad de Aguascalientes ni el teatro donde se realizaban las sesiones de la Convención. Tampoco observó, al parecer, las fotografías publicadas en los diarios El Liberal y El Pueblo. No obstante, se imaginó el sitio y lo representó como un lugar rústico,36 donde se dieron cita revolucionarios de tendencias disímiles. La facción carrancista, individualizada en la figura del general Obregón, civilizado, amable y educado, frente a la otra, la villista, encabezada por el Centauro del Norte en estado cuasisalvaje, grosero y rudo.

Lo cierto es que los responsables de La Guacamaya se mantuvieron escépticos, con sus dudas y, haciendo eco de la opinión pública y el resto de la prensa escrita controlada por el carrancismo, están a la expectativa respecto a los resultados de la Convención.

La prensa carrancista cuestiona la soberanía de la Convención y arremete contra Villa

A partir de que fuerzas de la División del Norte se aproximan a la región, la Convención se declara soberana, Villa se hace presente con su escolta de élite en Aguascalientes y miembros del Ejército Libertador del Sur se encaminan para formar parte de la asamblea e imponer condiciones, el aparato editorial del constitucionalismo puso en marcha una metralla de artículos, páginas editoriales y opiniones que ponían en tela de juicio la pretendida soberanía y legalidad de la Convención de Aguascalientes. Las páginas del diario El Liberal, a partir del 19 de octubre, sirvieron de palestra; de hecho, su director, el experimentado periodista Ciro B. Ceballos, mandó a los reporteros a entrevistar expresamente a “conspicuos jurisconsultos”, abogados y “hombres de letras”, con el fin de que opinaran e ilustraran “el criterio popular evitando su desorientación política”.37

El primero en dar línea editorial y formular una serie de cuestionamientos fue Heriberto Barrón -a la sazón director del periódico carrancista El Pueblo-, quien los días 19 y 22 de octubre admite sin tapujos estar escribiendo artículos doctrinarios, actuar de buena fe y no tener intención de ofender a nadie. Sin más, en su primer artículo afirma que la “llamada Convención Soberana” no es más que una “junta consultiva de subordinados, citada por el superior jerárquico”, esto es, por Venustiano Carranza en su carácter de Primer Jefe Encargado del Poder Ejecutivo. Le parece inadmisible que se haya declarado soberana “por sí y ante sí, la Junta de Generales convocada por su jefe”, que de buenas a primeras, y quizás debido al fervor patrio bien intencionado pero mal entendido, “empieza a dictar órdenes a éste mismo, a los gobernadores de los Estados, y ha acordado nombrar comisiones de Justicia, Gobernación, Relaciones, Hacienda, etc. etc.” Asegura que los convencionistas no fueron conscientes de las trascendentales consecuencias. En su argumentación, formula duros cuestionamientos:

¿Puede una Junta de Generales convocada por su jefe declararse soberana y pretender ejercitar actos de soberanía nacional, sin que sus miembros hayan sido electos por nadie y sin que nadie que tenga autoridad para ello les hayan conferido esa soberanía?

¿Pueden esos generales llamarse delegados ni de sus propios soldados y oficiales cuando estos no los han facultado ni votado para tener esa representación?

¿Y aunque los mismos soldados y oficiales del Ejército los hubieran votado y facultado para representarlos, pueden los generales que forman la llamada Convención Soberana de Aguascalientes, desconocer la autoridad del jefe que los convocó y pretender dictarle órdenes lo mismo que a los gobernadores de los Estados, constituyéndose en la Autoridad Suprema de la República?.38

Barrón termina invitando a reflexionar y discutir estos temas y “solicita la cooperación de los mismos generales que forman la llamada Convención Soberana de Aguascalientes, seguros, pues conocemos el patriotismo y buena fe de todos ellos, que las resolverán conforme a los dictados de la honradez y del más acendrado patriotismo”. 39

En su segundo artículo, Barrón asegura que sus textos no están encaminados a dividir sino a evitar el desorden y el caos. De acuerdo con la filosofía del carrancismo que en tal alta estima tenía el principio de autoridad, le preocupa que después del triunfo revolucionario y tanta sangre derramada, es menester “se observe la unidad de miras y la disciplina, en este partido constitucionalista”. Pone el dedo en la llaga y vuelve a cuestionar la soberanía: “¿Quién manda aquí? ¿Hay dos Poderes Supremos, el del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y el de la Convención Soberana?”. Y se decanta porque en caso de duda indiscutiblemente se apoye a Carranza, que es el poder más antiguo, que emana del Plan de Guadalupe. Se torna más agresivo, cuando pregunta: “¿Nos hallamos, acaso, ante el nacimiento de una oligarquía militar, sin más base que la supremacía de la fuerza, y que pretende imponer su dictado a la nación por la fuerza de las bayonetas, rompiendo los ideales y compromisos de democracia por los cuales ha luchado la revolución constitucionalista?”. Sin tapujos, menciona nombres de los caudillos que en su opinión amenazan la unidad revolucionaria:

Una vez obtenido el triunfo, y cuando esa organización y esa disciplina son más necesarias, ¿vamos a dar al traste con ellas? ¿Daremos el espectáculo nada consolador de que por un lado ordene el Jefe Supremo reconocido desde el principio de la revolución, por otro Villa en actitud rebelde contra el Presidente Interino de la República, por otro Zapata, que no se ciñe a las órdenes de Villa ni del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y por otro la Convención Soberana de Aguascalientes, que reclama para sí el derecho de dictar órdenes a todos? 40

Concluye invitando a sacrificar ambiciones personales y olvidar rencores, para salvar la República y cumplir lo prometido al pueblo de México. En su opinión, considera que los delegados de la Convención de Aguascalientes deberían plegarse a las siguientes cuatro funciones:

Primero.- Abolir por voluntad propia una soberanía que no le corresponde, y dejar de considerarse el Poder Supremo de la República.

Segundo.- Obrar como Asamblea, pacificadora, tratando de conciliar las miras de las facciones rebeldes, comandadas por Villa y por Zapata, con las del poder legal emanado de la revolución constitucionalista que reside en el Presidente Interino de la República, conforme al Plan de Guadalupe y al carácter que tenía de funcionario constitucional electo por el pueblo al desconocer la usurpación (gobernador del Estado de Coahuila). Las indicaciones que la Convención haga en nombre de la salvación de la Patria, serán más eficaces que las órdenes que dicte en nombre de una soberanía de que carece.

Tercero.- Si la conciliación no se logra, y los rebeldes siguen en su actitud, continuar bajo la bandera del Plan de Guadalupe y apelar al único medio existente para someter a un rebelde, a las armas, unidos y disciplinados bajo las órdenes del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Encargado del Poder Ejecutivo.

Cuarto.- En uno u otro caso, ya tengan éxito o fracasen las gestiones pacificadores de la Junta de Generales reunida en Aguascalientes, los miembros de esa Junta deben trasladarse a México, para discutir de acuerdo con la convocatoria expedida por el Primer Jefe, las reformas políticas, sociales y económicas que deben implantarse; el programa a que debe ceñirse el gobierno interino y la fecha que debe fijarse a las elecciones de poderes federales para restablecer el régimen constitucional.41

Por su parte, el abogado José Natividad Macías “suplicó” al director de El Liberal le publicase un texto en el que, después de advertir en términos catastrofistas que el país pasa por un gravísimo momento y se encuentra al borde del abismo, apela a reprimir ambiciones, respetar la ley y la justicia para que haya paz, orden, respeto y libertad para todos. Sienta, además, su postura en favor de Carranza, pues es el “genuino representante de la legalidad”. Y se pregunta: “¿Cuál es, entonces, el papel de la Convención de Aguascalientes?”, para enseguida responder: “Hacer obra de pacificación, dando el programa de Gobierno que conduzca a ese fin, y fijar el tiempo en que deben verificarse elecciones. Y claro está que para esto no necesita ser soberana”. Por tanto, concluye, la Convención de Aguascalientes está para orientar a Carranza, “para trazar el camino que lleve a la paz, al orden, al imperio de la ley, a la realización de justicia”, en la empresa de la reconstrucción nacional; quizás aludiendo a la amenazante presencia de Villa en Aguascalientes, sentenció: “pero no deben olvidar ni por un momento, que la acción de la fuerza sólo es legítima cuando es el apoyo y la defensa de la autoridad, la que no se funda en cañonazos, ni se conquista en los pueblos cultos por el odioso y aborrecido sistema del cuartelazo”.42

Ese mismo día, el licenciado Luis Manuel Rojas, a la pregunta expresa relativa a la soberanía de la Convención de Aguascalientes, salió con el parto de los montes; a propósito de la supuesta “soberanía de la Convención Militar”, se limitó a decir que en el plano estrictamente individual, un individuo es “soberano” para levantarse a las nueve de la mañana o comer a las tres de la tarde, pero:

En los países democráticos es axioma fundamental de política, que la soberanía reside esencial y originalmente en el pueblo, y que este solo delega su ejercicio a los mandatarios o funcionarios públicos por medio de la elección. En consecuencia, en el sentido jurídico y propio de la palabra, toda persona o corporación que se atribuya semejante soberanía, se pone simple y sencillamente en el caso de un usurpador, aun cuando se trate de una respetable asamblea de jefes militares victoriosos y bien intencionados. No de otra manera proceden los jefes de un ejército invasor que hace la conquista de un país extranjero.43

El jurisperito constitucionalista Juan Neftalí Amador redactó un largo escrito bien fundamentado desde el punto de vista legal, plagado de tecnicismos, dividido en tres partes, en el que concluye:

La Convención Militar actualmente reunida en la ciudad de Aguascalientes no es, no puede, ni debe ser soberana. Esto, por varias razones, entre otras, las siguientes:

La primera, por el origen mismo de la Convención.

La segunda, por pugnar tal soberanía contra preceptos constitucionales claros y terminantes.

Y la tercera, porque de admitirse la soberanía de una convención como la de que se trata, tomados en cuenta los elementos exclusivistas que la componen, quedaría sentado un precedente funestísimo para el porvenir de la Patria y para la estabilidad de sus instituciones.44

Aludiendo a Pancho Villa y a la División del Norte, termina con una proclama: “Convencionales [sic] de Aguascalientes, ciudadanos armados de la República: cerca de vosotros acecha la reacción, con la corte funesta que siempre la acompaña, y, si como lo creo, sois verdaderos patriotas y habéis luchado por la causa del pueblo, revocad esa declaración de soberanía y dad para siempre el golpe de muerte a la REACCIóN” .45

El también periodista que firma como Rip-Rip -Rafael Martínez, director de El Demócrata-, no se anduvo por las ramas al reprobar la conducta de Villa y la División del Norte, en su rebeldía contra Carranza al desconocerlo como Primer Jefe y Encargado del Poder Ejecutivo. Asegura que detrás está el clero, la oligarquía y los terratenientes. Aunque reconoce las “hazañas guerreras” del divisionario duranguense, le parece imperdonable su actitud “en momentos tan delicados y difíciles”, que puede traer “funestas consecuencias” para el país. Recrimina categóricamente:

De El Paso, Texas, llegan a los dominios de Villa, periódicos diariamente, escritos en contra del Jefe, y en la capital de Chihuahua se edita un diario -“Vida Nueva”- en el que sin descanso se denigra también al Jefe; en tanto que los periódicos que van de México son quemados al llegar a sitios en donde el villismo impera. ¿Cómo no se ha de ver en todo esto parcialidad manifiesta, animadversión, odio, inquina?46

Rip-Rip asegura que la solución es que Villa se retire, por el bien de México. Mientras que “El Jefe, en los actuales momentos, tiene misión que cumplir de otro orden: administrativa, de acuerdo con la base del movimiento; el Plan de Guadalupe. Cumplido que haya lo mandado, habrá de retirarse también”. 47

Por otro lado, Ciro B. Ceballos escribió dos muy agresivas páginas editoriales intituladas “Los inquisidores del villismo” y “La obra eterna de la traición”, los días 25 de octubre y 3 de noviembre, respectivamente. Es él quien en términos despectivos empieza a llamar “convencionales” a los convencionistas, que tilda en su primer texto a los delegados de enemigos del libre pensamiento, al llamarles insensibles, soberbios, pontificadores, tiranos, que tratan de extraviar a la opinión pública, que se creen semidioses. Desde luego, cuestiona y niega la soberanía de la Convención, donde han surgido “las protestas, las imputaciones, los votos de censura, para quienes, sobreponiendo el fuero de la justicia suprema, a todos los intereses secundarios, hemos osado desconocer enérgicamente, las facultades, arbitrariedades, despóticas, absolutistas, que ha querido reasumir en sí, la Convención al declararse soberana”.48 Enseguida, se declara enemigo de la “sublevación villista” y de la “infidencia de la División del Norte”. Así, focaliza sus ataques a ese grupo, a la vez que asegura conspiran contra el Primer Jefe:

Lo que ocurre según nuestro modo de ver la cuestión, es que, un núcleo rebelde de los miembros de la Convención, en su calidad de representante genuino del sugestionado comandante de la División del Norte, no puede mirar con serenidad, sin exasperarse, una labor periodística sincera, que, exhibiendo la realidad a la luz meridiana, desgarra el velo de la conspiración, que, dicha parcialidad está fraguando a la sombra de la tan cacareada 'soberanía' de la Asamblea.49

Y luego se lamenta de la censura en la prensa, que han impuesto en los territorios dominados por la División del Norte, a los que califica de ser peores que el Santo Oficio de la Inquisición.

Los convencionales [sic] que han protestado contra nosotros alegando que estamos haciendo labor adversa a los 'trabajos' por ellos emprendidos, no se manifiestan indignados por el libertinaje de los periódicos villistas, cuyas hojas, como podemos demostrarlo, desde hace meses, se han dedicado a hacer una propaganda subversiva idéntica a la que hicieron los periódicos criminales, entre nosotros, en los meses que antecedieron al cuartelazo y que preparó el asesinato de nuestros dos principales mandatarios legítimos durante el segundo mes del año pasado.50

Continúan los ataques de la prensa tras la destitución de Carranza y de Villa

El último día del mes, en una larga y acalorada sesión de asamblea, por considerarlos parte fundamental del problema, la Convención decidió apartar de sus cargos a Venustiano Carranza en su calidad de Primer Jefe Encargado del Poder Ejecutivo y al general Francisco Villa como jefe de la División del Norte. A continuación, se eligió al general Eulalio Gutiérrez como presidente provisional de la República por un periodo de veinte días.

Mientras tanto, el diario El Liberal continuaba con notas insidiosas: “La Convención sigue celebrando sesiones prolongadas y tormentosas, sin llegar a un acuerdo que solucione la situación”; “Las ambiciones del general Villa denunciadas. El Lic. Zubarán ha publicado el texto de una nota enviada a la Convención de Aguascalientes”, publicadas el 2 y 3 de noviembre, respectivamente.

El Primer Jefe declaró abiertamente su escepticismo: “La Convención que difícilmente pude darse cuenta de lo que pasa fuera de Aguascalientes, cree haber solucionado la situación, mientras que yo, veo que Villa y Zapata, en vez de prepararse a retirarse, crecen cada día sus pretensiones”.51

Carranza no reconoció la autoridad de la Convención, negando su carácter soberano. Villa fue nombrado por Gutiérrez general en jefe de los ejércitos convencionistas; esto es, la otorgaba mucho más poder militar que el que tenía, lo cual molestó al general álvaro Obregón y terminó por abandonar la Convención y seguir a Carranza.

Para cuando se publica “La obra eterna de la traición”, ya ha ocurrido la destitución de Carranza y la designación de Eulalio Gutiérrez como presidente provisional por un periodo de veinte días. Ceballos atribuye al Primer Jefe los méritos de que, con su civismo, la Revolución constitucionalista haya triunfado y tenga “poderosa existencia”; asegura que a los convencionistas “reactores” (sic, debió poner reaccionarios), a quienes llama liberticidas, lo que más les conviene es eliminarlo. Sentencia: “Por tal motivo las presidencias que inventen los grupos disidentes, tendrán que ser irrisorias, por carecer, como tienen que carecer, de la sanción popular, que, es la única que puede legitimar a sus mandatarios”. Toma partido: “Es pues al lado del hombre número uno de la Revolución donde deben estar los constitucionalistas sinceros, los que se sientan verdaderamente decididos, a ver convertidas en hechos las reformas sociales que tienen que ser corolario de la acción del pueblo armado en defensa del derecho”. Emite un desafío: “Ni asambleas, ni convenciones, ni juntas, ya escandalicen como cavernas de energúmenos, ya produzcan ruidos como charcas de ranas, ya cabildeen como concilios, ya murmujeen como sanhedrines [sic], podrán jamás tener facultades para arrojar los destinos mexicanos por los despeñaderos de la política reaccionaria52”. Profetiza:

En cuanto a los traidores, a los que, por sobreponer sus intereses bastardos, a todo, no han vacilado en romper nuevamente la solidaridad nacional, llevando su criminalidad hasta el punto de procurar que se realice una nueva agresión norteamericana a la soberanía de nuestra patria, deben comprender de una vez, que su obra siniestra, deberá resultarles estéril, porque, por sobre todas las tragedias que puedan sobrevenir, habrá a la postre, de imponerse, la verdadera Revolución, depurada, fuerte, la Revolución, que es, la verdadera civilización, el verdadero progreso.53

Una vez roto relaciones por completo, militares de alto rango como Pablo González, álvaro Obregón y otros, adictos al constitucionalismo, externaron su opinión, cuestionando la “pretendida legalidad de la Convención”, afirmando además que la neutralidad había sido violada; el divisionario duranguense y su grupo fue el más atacado, pues fueron tildados de descarriados, disidentes, traidores, reaccionarios, ambiciosos, antipatrióticos, con tendencias dictatoriales. Pero tampoco Emiliano Zapata se salva, le llaman “el gran elector”, irresponsable y ambicioso. Por supuesto, Carranza y los constitucionalistas eran los patriotas, demócratas, que se apegaban a la ley, valientes y dispuestos a enfrentar la razón contra la fuerza bruta, así como luchar hasta el sacrificio.54

Respecto a las imágenes, cada vez menos se publicaron fotos sobre la Convención. Por el contrario, cada vez más fotografías del Primer Jefe en sus giras por Toluca, Puebla, Orizaba hasta su arribo a Veracruz.

Ya en el puerto, Carranza decide sacrificar El Liberal y convierte a El Pueblo en el diario oficioso del constitucionalismo, donde se esparce el rumor y siembra la desconfianza con notas como las siguientes: “El Gral. Gutiérrez está dispuesto a sostener el Plan de Guadalupe”,55 “Ayer se rumoró insistentemente que el Gral. Eulalio Gutiérrez se había trasladado a San Luis Potosí con todo su Gabinete”,56 “La Convención está, de hecho, disuelta por el fusilamiento de muchos de sus miembros”.57

El 1 de enero de 1915, la Convención, ya sin los constitucionalistas, reanudó sesiones en la cámara de Diputados de la Ciudad de México, en una tercera etapa. A mediados de ese mes, Eulalio Gutiérrez, quien se sentía hostigado y prisionero de Villa, defeccionó. Hubo una crisis, y ante el vacío de poder, el ahora general Roque González Garza asumió la presidencia provisional.

Esto fue aprovechado por los constitucionalistas, y a finales de ese mes, Félix F. Palavicini, director general de la prensa carrancista, publicó una hiriente y cruel nota titulada “Los funerales de la Convención”, señalando que no había sido sino una ficción disfrazada de soberanía, carente de legitimidad y calidad moral, un mero instrumento de Villa, mientras que el gobierno del Primer Jefe tenía unidad, seriedad y eficacia.58

González Garza tendría en los meses subsiguientes un pleito casado con algunos representantes del Ejército Libertador del Sur, particularmente con los delegados Antonio Díaz Soto y Gama, Otilio Montaño y con el secretario de Agricultura, general Manuel Palafox, quienes no descansaron hasta que fue destituido el 8 de junio de ese mismo año. La Convención no tardó en disolverse.

Por su parte, Francisco Villa prácticamente se desentendió de la Convención; la ignoró y actuó por su cuenta. Tampoco le preocupó mayor cosa lo que pasara dentro del organismo itinerante, ni estaba al tanto de los acuerdos, pleitos y equilibrio de fuerzas políticas, pues se dio una pugna ideológica entre el norte y el sur, esto es, entre villistas y zapatistas; se concentró en las acciones de guerra. Con Zapata sucedió más o menos lo mismo.

Conclusiones

Apoyado en el papel que jugaron las imágenes, artículos de opinión y páginas editoriales publicadas por el aparato editorial controlado por Venustiano Carranza, Primer Jefe y encargado del Poder Ejecutivo, en relación con el asunto de la cuestionada soberanía, neutralidad y representatividad de la Convención, he tratado de mostrar que claramente buscaron desacreditarla y crear una imagen negativa de ella, así como del temible y poderoso Centauro del Norte, pues así convenía a sus intereses políticos. Por otro lado, puse de relieve que los intelectuales e ideólogos del constitucionalismo sacaron a relucir sus mejores argumentos en favor del proyecto revolucionario que encabezaba el Varón de Cuatro Ciénegas, por lo que era preciso arremeter contra el organismo itinerante.

La etapa que vivió la Convención Revolucionaria en la ciudad de Aguascalientes, entre octubre y noviembre de 1914, no fue la más fructífera en materia de discusión de ideas, pero sí la más representativa, pues en ella se dieron cita todas las facciones revolucionarias: carrancistas, villistas, zapatistas y grupos independientes.

El ambiente esperanzador, de aparente camaradería y solidaridad revolucionaria con que había comenzado, sólo fue un arrebato patriótico inicial, pues bajo la apariencia de un acuerdo unánime respecto a los fines de la Convención, muy pronto surgió y prevaleció un clima beligerante, cargado de escepticismo. Las relaciones entre los caudillos, ya muy deterioradas por los odios y celos mutuos, alcanzó a los delegados, muchos de los cuales fueron incapaces de desprenderse del espíritu de cuerpo o faccional, o bien, se creyeron impedidos de prescindir de los personalismos. Las discusiones, de cuando en cuando, se volvían caóticas.

La facción carrancista y todo su aparato editorial, respecto a la Convención Revolucionaria, como hemos visto, en el lapso de unos cuantos días transitó de la desconfiada cautela, pasó por los ataques velados, hasta llegar a la agresión cada vez más franca y abierta. Sintieron la necesidad de persuadir a la opinión pública y ganar legitimidad, y para ello era conveniente hacer pasar como los malos, traidores y reaccionarios a sus adversarios.

Venustiano Carranza sabía que, más temprano que tarde, vendría el rompimiento definitivo con Francisco Villa y la División del Norte. De hecho, la agenda del carrancismo -asegura Katz- conducía inevitablemente a la guerra. La prensa escrita que el primero controlaba y subsidiaba jugó un papel importante al sembrar dudas, desconfianza entre el público lector capitalino y del resto del país; estaba preparando la atmósfera para desacreditar a quienes no lo obedecían; encabezados, notas, página editorial, textos e imágenes hicieron su función de propaganda política faccional en contra de los -para ellos ambiciosos, descarriados y rebeldes que encabezaban y sostenían a la Convención Revolucionaria, organismo que en opinión del Primer Jefe y sus intelectuales como Luis Cabrera, Félix F. Palavicini y otros, se había extralimitado en sus funciones al declararse el poder soberano en México y caer inconscientemente en manos de la reacción. Al saber que perdía el control, Carranza y su grupo desarrollaron y dieron a conocer una idea de una Convención amenazada, amagada y dominada por el villismo, poniendo en entredicho la neutralidad de la ciudad y la soberanía del organismo; era menester crear una imagen adversa.

En su ya clásico libro Pancho Villa, Friedrich Katz apuntó que el conflicto que enfrentó a las fuerzas de la Convención Revolucionaria contra los ejércitos de la facción constitucionalista “es tal vez el tema más debatido y polémico así en la historia como en la historiografía de la revolución mexicana”.59

Venustiano Carranza y los constitucionalistas, por tanto, tuvieron a la mano una prensa subvencionada, que respondía a sus intereses de grupo. A final de cuentas, lo sabemos, a lo largo de 1915, el carrancismo le ganó la batalla por partida doble al gobierno de la Convención y sus brazos armados, tanto en el terreno militar -obteniendo victorias decisivas en el Bajío- como en la guerra de la propaganda política, valiéndose de la prensa escrita e ilustrada. La etapa de Aguascalientes, al ser cuestionada la pretendida soberanía y el tema de la neutralidad por la presencia amenazante de Pancho Villa, de sus Dorados y parte de sus fuerzas, no fue más que una fase de dicho proceso. En el fondo, se enfrentaron distintos proyectos políticos, ideas de nación y conceptos de revolución.60

Fuentes

Documentales

 

Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes

 

• Fototeca, Fondo Teresa Varela de Luna.

 

Centro de Estudios de Historia de México CARSO (CEHM)

 

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Vela González, Francisco, “Recuerdos de la Convención de Aguascalientes”, en: Historia Mexicana, vol. 12, núm. 1 (45), julio-septiembre de 1962, pp. 123-142.

 

Notas

[*]Este artículo es una versión del Discurso de Ingreso a la Academia Mexicana de la Historia. Antes de ser leído, el 29 de septiembre de 2023, fue postulado a esta revista y siguió el proceso de dictaminación correspondiente

[1] Sobre el particular véase los capítulos “La prensa y la Convención de la ciudad de México”, “La Convención de Aguascalientes”, “La guerra de imágenes” y “Bajo la metralla de la prensa ilustrada carrancista”, en: Ramírez, Imágenes, 2010, pp. 35-226.

[2] Ramírez, “Capital”, 2015, pp. 139-170; Ramírez, “Pancho”, 2015, pp. 211-228.

[3] Baeza, Función, 2001, p. 158.

[4] Barajas, Historia, 2000, pp. 17-21; Gantús, Caricatura, 2009, pp. 13-15.

[5] Amaya, Soberana, 1975, pp. 13-71; Quirk, Revolución, 1989, pp. 24-36; 41-55; Katz, Pancho, 1999, t. 1, pp. 355-426; Alessio, Convención, 1989, pp. 23-101; Salmerón, División, pp. 434-458 y 471.

[6] Ramírez, Imágenes, 2010, pp. 37-38.

[7] Katz, Pancho, 1999, t. 1, pp. 355, 387, 390-392, 429.

[8] Semblanza de José Isabel Robles, en: Salmerón, División, 2018, pp. 178-179, 462.

[9] Semblanza de Eugenio Aguirre Benavides, en: Salmerón, División, 2018, pp. 184-185, 303, 361, 390-391, 428.

[10] Trayectoria completa, Gilly, Felipe, 2019.

[11] “Varios jefes constitucionalistas recorren las calles de la ciudad”, en: El Pueblo, Ciudad de México, 13 de octubre de 1914, p. 5.

[12] Valadés, Historia, 1985, t. 4, p. 40.

[13] Salmerón, División, 2018, p. 438.

[14] Alessio, Convención, 1989, p. 122.

[15] Semblanzas de Roque González Garza, en: Salmerón, División, 2018, pp. 378, 388-389, 402; Canales, Roque, 2013; Said, “Segundo”, 2010, pp. 8-49; Katz, Pancho, 1999, t. 1, p. 429.

[16] Sobre ese tema, véase: Ramírez, Aguascalientes, 2004, pp. 224-234.

[17] Katz, Pancho, 1999, t. 1, p. 428.

[18] “Un efusivo abrazo del Gral. Obregón y el Gral. Villa”, en: El Liberal, 18 de octubre de 1914, p. 1.

[19] “Las gestiones de los periodistas”, en: El Liberal, 18 de octubre de 1914, p. 1.

[20] “Un efusivo abrazo del Gral. Obregón y el Gral. Villa”, en: El Liberal, 18 de octubre de 1914, p. 1.

[21] Brenner, Viento, 2009, p. 74. Considero que los recuerdos de infancia de Anita Brenner son un tanto confusos, es la única que sostiene que Villa se presentó en Aguascalientes con un avión y acompañado de indios.

[22] “El general Villa en la Convención”, en: El Liberal, 18 de octubre de 1914, p. 5.

[23] Leopoldo Varela Escobedo, originario de Guadalupe, Zacatecas, se formó como fotógrafo en Chihuahua, se avecindó en la capital de Aguascalientes desde 1904, donde montó un muy completo estudio fotográfico para retratar principalmente familias de la élite. Véase: Ibarra, “Leopoldo”, 2022, pp. 60-74. La autora menciona aprendizajes de Leopoldo Varela en el norte del país, influencias estilísticas, actualizaciones, participación en certámenes internacionales, conciencia de derechos de autor al registrar la propiedad intelectual de sus productos, sus colaboraciones para la revista México en Rotograbado, hasta que falleció en 1945, continuando con el trabajo su viuda Ana María de Luna e hijas.

[24] Valadés, Historia, 1985, t. IV, p. 54. Este autor afirma que mientras Villa hacía acto de presencia en el Teatro Morelos, sus fuerzas silenciosamente se posesionaron de la ciudad, lo cual no es verdad, pues en caso de haber ocurrido tal ocupación militar, los delegados lo hubiesen dicho en la Convención.

[25] Vela, “Recuerdos”, 1962, p. 126. Esta versión de Vela González, aun y cuando estuvo presente en Aguascalientes durante la Convención, hay que tomarla con reservas, pues es preciso considerar su antivillismo manifiesto, en tanto fue un colaborador cercano del general Antonio I. Villarreal, quien le platicó lo supuestamente dicho por Villa.

[26] “El Gral. Francisco Villa está en Rincón de Romos a treinta kilómetros de la C. de Aguascalientes”, en: El Pueblo, 13 de octubre de 1914, p. 1.

[27] “Aguascalientes no es neutral, por lo que protestan varios delegados”, “Aguascalientes está amagada por tropas de la División del Norte”, en: El Liberal, 20 de octubre de 1914, p. 1.

[28] “¿Por qué se declaró soberana?”, en: El Liberal, 21 de octubre de 1914, p. 8.

[29] Crónicas, 1964, t. I, p. 321; Alessio, Convención, 1989, p. 146.

[30] Para el tema de la problemática social relacionada con robos, asesinatos, desmanes e inseguridad pública, véase: Ramírez, Aguascalientes, 2004, pp. 89-106. Cfr. Mauricio Magdaleno, escritor de origen zacatecano que vivió su infancia en Aguascalientes, en los cuentos “Cuarto año” y “Las carretelas” narra episodios en los que describe, junto con destellos autobiográficos, la atmósfera de la ciudad en los días de la Convención, esto es, a finales de 1914 y principios de 1915. Magdaleno, Ardiente, 1994, pp. 38-78. Del mismo autor, véase: “Calle”, 1963, p. 287.

[31] Centro de Estudios de Historia de México CARSO, CEHM, Colección Archivo del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, APJEC, fondo XXI, caja 18, leg. 1843, carta que envía Manuel Rivas, secretario de Gobierno del estado de San Luis Potosí a Venustiano Carranza, el 24 de octubre de 1914.

[32] Crónicas, 1964, t. I, p. 319.

[33] “Ha pedido se traslade la Convención a otra ciudad el gobernador de Colima, teniente coronel Eduardo Ruíz”, en: El Liberal, 22 de octubre de 1914, p. 1.

[34] Alessio, Convención, 1989, pp. 145-150. Para este autor, la propuesta de traslado de la Convención a otra ciudad no fue más que una maniobra infructuosa de la facción carrancista, proposición que sin embargo sembró la duda y la desconfianza.

[35] Crónicas, 1964, t. I, pp. 391, 392, 395 y 417.

[36] Llama la atención que el dibujante no haya hecho el esfuerzo por representar el interior del Teatro Morelos de una manera más elocuente, pues la prensa ilustrada había publicado en primera plana fotografías de los convencionistas dentro del teatro, deliberando, firmando la bandera, etcétera. Véase fotos en: El Liberal, 14, 15, 16 y 17 de octubre de 1914.

[37] “La pretendida legalidad de la Convención militar. Siguen opinando nuestros más connotados jurisperitos”, en: El Liberal, 24 de octubre de 1914, p. 1.

[38] Ciro B. Ceballos, “La soberanía de la Convención de Aguascalientes”, en: El Liberal, 19 de octubre de 1914, p. 5.

[39] Ciro B. Ceballos, “La soberanía de la Convención de Aguascalientes”, en: El Liberal, 19 de octubre de 1914, p. 5.

[40] Ciro B. Ceballos, “La soberanía de la Convención de Aguascalientes”, en: El Liberal, 22 de octubre de 1914, p. 5.

[41] Ciro B. Ceballos, “La soberanía de la Convención de Aguascalientes”, en: El Liberal, 22 de octubre de 1914, p. 5.

[42] José N. Macías, “La Convención soberana y la legalidad del señor Carranza”, en: El Liberal, 24 de octubre de 1914, pp. 1 y 5.

[43] “Una carta del Sr. Luis Manuel Rojas”, El Liberal, 24 de octubre de 1914, p. 5.

[44] Juan Neftalí Amador, “La pretendida legalidad de la Convención Militar”, en: El Liberal, 26 de octubre de 1914, p. 1.

[45] Juan Neftalí Amador, “La pretendida legalidad de la Convención Militar”, en: El Liberal, 26 de octubre de 1914, p. 5.

[46] Rip-Rip, “El caso Villa”, en: El Liberal, 26 de octubre de 1914, p. 3.

[47] “El caso Villa”, Rip-Rip, en: El Liberal, 26 de octubre de 1914, p. 3.

[48] Ciro B. Ceballos, “Los inquisidores del villismo”, página editorial, en: El Liberal, 25 de octubre de 1914, p. 3.

[49] “Una carta del Sr. Luis Manuel Rojas”, en: El Liberal, 24 de octubre de 1914, p. 5.

[50] “Una carta del Sr. Luis Manuel Rojas”, en: El Liberal, 24 de octubre de 1914, p. 5.

[51] Venustiano Carranza, “La Convención que difícilmente pude darse cuenta de lo que pasa fuera de Aguascalientes, cree haber solucionado la situación, mientras que yo, veo que Villa y Zapata, en vez de prepararse a retirarse, crecen cada día sus pretensiones”, en: El Liberal¸ 6 de noviembre de 1914, p. 1.

[52] Ciro B. Ceballos, “La obra eterna de la traición”, página editorial, en: El Liberal, 3 de noviembre de 1914, p. 3.

[53] Ciro B. Ceballos, “La obra eterna de la traición”, página editorial, en: El Liberal, 3 de noviembre de 1914, p. 3.

[54] Véanse en: El Liberal, los artículos de opinión: Jorge Useta, “Las tonterías de la Convención”, 14 de noviembre, p. 4. Las páginas editoriales: XYZ, “Presidente flor de un día”, 6 de noviembre, p. 3; J.M.H.A, “El vértigo de la fuerza”, 7 de noviembre, p. 1; Ciro B. Ceballos, “Sobre el mismo tema”, 9 de noviembre, p. 3; Ciro B. Ceballos, “Hacia la dictadura”, 12 de noviembre, p. 3. Luego del rompimiento, fueron publicadas decenas de adhesiones en favor de Venustiano Carranza.

[55] El Pueblo, Veracruz, Ver., 27 de diciembre de 1914, p. 1.

[56] El Pueblo, Veracruz, Ver., 28 de diciembre de 1914, p. 1.

[57] El Pueblo, Veracruz, Ver., 29 de diciembre de 1914, p. 1.

[58] “Los funerales de la Convención”, en: El Pueblo, Veracruz, Ver., 24 de enero de 1915, p. 1

[59] Katz, Pancho, 1999, t. 1, p. 440.

[60] Sobre este tema puede verse de Ávila, Corrientes, 2014, pp. 175-242.