Escribir en la arena política: el periódico El Combate (1897) en el primer levantamiento de Aparicio Saravia

 

 

Resumen

El Combate fue un periódico escrito a mano por el dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez durante el primer levantamiento de Aparicio Saravia en 1897. Tuvo tres entregas, de las que sólo se conserva la primera. En este artículo se analiza este número de El Combate a partir de su importancia en la arena política a través de su impronta popular, y teniendo en cuenta su papel en las formas de sociabilidad política tanto dentro del campo de batalla como en los momentos de distensión en el Batallón Patria del departamento de Rivera, Uruguay.

Abstract

El Combate was a newspaper written by hand by the Uruguayan playwright Florencio Sánchez during the first Aparicio Saravia's uprising in 1897. Only the first issue of the three written is extant. This article analyses the significance of this particular issue of El Combate within the political context, considering its popular influence and its role in the socio-political scenarios of both the battlefield and moments of respite within the “Batallón Patria”, located in the Rivera province of Uruguay.

 

 

* Docente de Literatura (Instituto de Profesores Artigas), magíster en Teoría e Historia del Teatro, maestranda en Historia Rioplatense (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Udelar) y doctoranda en Letras (Universidad de Buenos Aires). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 2019 por el ensayo Tiemblen: las brujas hemos vuelto. Artivismo, teatralidad y performance en el 8M (Estuario, 2020). Ese mismo año obtuvo la beca de Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística (FEFCA) por el Ministerio de Educación y Cultura. Ha publicado numerosos artículos académicos sobre feminismo, literatura y artes escénicas. Dicta cursos de literatura latinoamericana y literatura uruguaya en nivel terciario y es tallerista de escritura en cárceles de mujeres.


Bajito me confesó

que no sabía “leyer” [...]

Yo leía con cuidado

los papeles qu'el me daba

y el policía pensaba

al leerle aquel “borroniao”.

Contrabandistas, Wenceslao Varela

 

Acercarse a la prensa es una manera de conocer la sensibilidad de una época a través de las prácticas de escritura que determinan una forma de concebir la realidad. En cuanto a prácticas de escritura, tenemos en primer plano los intereses de una comunidad, sus modos de información, de humor y también de entretenimiento a partir de la expresión escrita. De esta manera, todo conflicto histórico producirá a su modo un relato que no sólo se centrará en enfrentamientos políticos, sino que éstos iluminarán aspectos ocultos en relación con la formación lectora y con la construcción de la opinión pública. La prensa durante el siglo XIX ha sido diversa, aunque en este caso nos detendremos en ciertas características vinculadas con las formas de participación en la prensa, la lectura y la escritura.

La relevancia de la prensa en este periodo no está meramente en entender un conflicto, sino también en comprender la importancia de la imprenta, conocer la diversidad de publicaciones y formas de producción, así como algunos conceptos clave de la primera etapa del siglo XIX como libertad, revolución e independencia.1 Más allá de la distancia histórica en la que estos conceptos hayan sido determinantes, se observa cómo se reite ran en algunos discursos, con un cambio semántico que se impregna del contexto de construcción discursiva.

Escribir en la arena política es el reflejo de una escritura que se encuentra entre procesos de combate político y procesos de cambio. No es el racconto de acontecimientos desde una perspectiva alejada del lugar donde suceden los hechos, sino que se trata de plasmar mediante la escritura el combate o, si se quiere, lo que sucede in situ antes y después de cualquier enfrentamiento. La prensa ha sido el gran dispositivo para mostrar un estado de situación de la política durante el siglo XIX y también el de la opinión pública. Sin embargo, la palabra ha sido objeto de utilización siempre del letrado, del ciudadano, es decir, de quien se encuentra más en un ámbito intelectual que guerrero. El uso de la palabra por parte de la élite se fue trasladando hacia otros sectores sociales, integrando así las voces de los propios soldados que construyen sus discursos a través de una escritura política. La construcción de un discurso propio viene de la mano con la construcción de un dispositivo propio, la creación de periódicos con la finalidad de promover una lucha armada, como dar cuenta de cada día y cada decisión tomada en su transcurso.

Este trabajo pretende abordar El Combate, periódico de 1897, como un caso singular de periódico de guerra; aunque si de combates se trata, no es el único en su especie, ya que otros periódicos y cronistas de forma individual han tratado este periodo, como por ejemplo el escritor Javier de Viana. Lo singular está no sólo en que la práctica de escritura haya sido impulsada por un combatiente, sino que nuclea la política con el humor, dos temas que serán desarrollados de aquí en más por la prensa. Ambos temas no son hallazgos exclusivos de El Combate, ya para esta etapa otros periódicos (montevideanos, al menos) cubrían el escenario político en conflicto y, además, ya empezaba a ser frecuente la presencia del humor para tratar estos temas. En lo que refiere a la prensa uruguaya, la figura de Francisco Acuña de Figueroa ha sido de las más consideradas en este género no sólo por su labor en la prensa como cronista del Diario Histórico del Sitio de Montevideo, sino por su poesía satírica que dejó una marca en el repertorio periodístico donde se combinó el humor con la política en tiempos de luchas independentistas.2

El Combate, un periódico

Durante 1897 y 1904, periodo de guerras civiles, la literatura entró en una cumbre de gran producción, cobrando además protagonismo en los periódicos la caricatura. ésta tenía no sólo la finalidad de apelar al humor, sino también de construir una versión irónica y grotesca de los protagonistas del ágora política. Como antecedentes de estos periódicos satíricos cercanos a este momento encontramos La Ortiga (1870-1877), el cual se destacó por ser una publicación de caricaturas grotescas sobre miembros del gobierno, sobre todo porque fue contemporáneo a la Revolución de las Lanzas desarrollada entre 1870 y 1872, que tuvo como uno de sus líderes a Timoteo Aparicio. A éste le siguen publicaciones como El Garrote (1873). En palabras de Álvarez Ferretjans, existió una cincuentena de publicaciones dedicadas a lo satírico político entre 1897 y 1904. En su trabajo hace referencia a un artículo de Alfonso Cerdá (1965) que clasifica a la prensa de esta época en tres categorías: satírica, de combate y sin partido.

La satírica está compuesta por periódicos como La Alborada (1896-1904), El Bombo (1898), El Cadete (1898), entre los que se destaca la revista Caras y Caretas (1890-1897). Por otro lado, en la prensa de combate se encuentran algunos periódicos pertenecientes al régimen de Juan Lindolfo Cuestas (1898-1899), entre ellos, El Chismoso o Más Chismoso, El Dictador Juan Varela, El Látigo, The Monigoty y El Rebenque.3 Por lo que se deja vislumbrar entre la clasificación de Cerdá y la posterior recuperación de Álvarez Ferretjans, podemos entrever que la diferencia entre la sátira y el combate está en el tono. El primero más humorístico, y el segundo más agresivo, pero sin dejar de ser satírico. Ambos se convierten en elementos fundamentales no sólo para entender la escritura periodística del momento, sino también como una forma de reproducción ideológica. Sin embargo, al iniciarse la revolución, la prensa que estaba por fuera de estos géneros fue instigada a no tener en cuenta el estallido revolucionario en sus páginas. El rechazo fue inmediato y, de este modo, periódicos como El Siglo, La Razón, La Tribuna Popular, El Día, entre los más conocidos, hicieron oídos sordos a este dictamen.

En relación con los periódicos de humor en procesos revolucionarios, es necesario tener en cuenta por su estructura particular en hoja suelta los escritos de Luis Pérez de 1833 en Argentina. Bajo la voz de un gaucho integró al género periodístico la figura del “gaucho gacetero” y además creó un soporte que fue tan práctico como económico, ya que dividió en dos el papel que se utilizaba para imprimir un solo periódico. Estos dos factores permitieron adaptar el periódico a los destinatarios más populares a través de estos periódicos denominados El Gaucho y La Gaucha.4 Tener en cuenta este antecedente vinculado tanto al dispositivo como al uso del humor en pleno conflicto del federalismo es parte de entender la creación y variación de un formato de periódico que apela a otras subjetividades.

Además de la hoja suelta, otro de los factores que se mantiene como antecedente periodístico de El Combate es que estas publicaciones de Pérez dividieron una forma de comunicación entre el campo y la ciudad. En el caso de estas hojas, la conformación de una voz gaucha y su factor económico promovieron la construcción de lectores más alejados de las ciudades. Este detalle determina una relación directa con respecto al modelo de producción y de recepción, ya que, en nuestro periódico, los lectores populares son los soldados, y también hablamos de una hoja suelta para su distribución.

Entendemos que estos casos de prensa popular parten de que cada contexto elabora sus propias formas de comunicación.5 Por esta razón, podemos tomarlas como innovaciones técnicas o de estilo; surgen de una modalidad de comunicación particular vinculada con la emergencia política, y también con la función de esta en su momento. Por otro lado, la función de la prensa durante el siglo XIX no fue sólo la de informar, sino también la de instruir, ya que fue la fuente principal de debate y opinión públicos. En este sentido, no puede pensarse a la prensa popular como una mera transmisora de información, sino también de construcción de conciencia cívica y política. El sentido de pertenencia y formación política quedan evidenciadas a través del desplazamiento de estos textos y discursos cercanos a lo plebeyo.

El vínculo entre prensa y milicia puede rastrearse a través del Diario Militar que refería a la guerra y era el enlace entre el “Ejército Auxiliar de Belgrano con el de San Martín”. Estaba separado en las secciones de noticias, el entrenamiento de un soldado de guerra y otra dedicada a la preparación de las armas con una función más didáctica.6 En cuanto al lenguaje -y ésta es una línea común ya sea en los periódicos políticos como en los de combate- se apela a una retórica patriótica que no se aleja de lugares comunes de la heroicidad como la patria, el valor, la libertad en oposición a los tiranos y a la demonización de enemigos.

Sin embargo, la experiencia directa del combate ya era algo frecuente en la prensa uruguaya, por ejemplo, en el caso de El Nacional, que durante 1842 publicó una serie de relatos atribuidos a los ejércitos federales en los que predominaban las descripciones sangrientas de asesinatos. La finalidad de describir de forma directa el relato de los combatientes era hacer propaganda de la guerra, sobre todo porque en estos textos está atravesada la ficción con ese fin. Esto de algún modo acrecentaba la noción de barbarie, palabra muy en boga por ese entonces y que llegó a ser emblemática con Facundo (1845) de Domingo Faustino Sarmiento.

Otros de los factores de este periódico en proceso de combate es que se hacían llamados para que los excombatientes asistieran a interrogatorios y así se hacía de sus relatos algo de carácter público.7 Los combates como herramienta para la prensa se han visto utilizados desde diferentes órbitas; podemos pensar que desde la poesía patriótica como la gauchesca u otras de vertiente neoclásica hasta el relato casi directo de los combatientes o directo desde la mirada de los cronistas. El uso de la voz y del cuerpo del soldado8 no es únicamente algo que le pertenezca a la prensa o a la literatura de los primeros decenios del siglo XIX, sino que son elementos que se retoman ante una política en crisis.

A partir de este trabajo se analizará El Combate (1897) como un formato periodístico en manos de los soldados del Batallón Patria que retomó los tópicos de la retórica de la guerra, así como también los formatos de prensa popular tanto en la estructura -la hoja suelta- como en el contenido -el humor-. Sin embargo, consideramos que ante la evolución no sólo del género periodístico, sino de los géneros literarios, el letrado como único portavoz en la escritura queda relegado a otras figuras: la del pliegue del autor combatiente que escribe para sus pares soldados.

El Combate (1897)

El primer levantamiento de Aparicio Saravia en 1897 tiene sus raíces en la situación conflictiva del campo.

En este proceso histórico participaron activamente tanto en las armas como en la escritura muchos intelectuales, sobre todo, escritores. Algunos de ellos fueron Javier de Viana, Eduardo Acevedo Díaz, Carlos Roxlo y Florencio Sánchez. Este último caso es el que se desarrollará a continuación.

Florencio Sánchez (1875-1910), escritor uruguayo, ha sido principalmente conocido por su vasta obra dramática. En Uruguay y en Argentina9 se afirmó como uno de los precursores del teatro rioplatense, en particular del teatro político de esta región. Antes de su producción teatral, tuvo un papel activo en la prensa rioplatense.10 A partir de 1893, colabora con la prensa montevideana y lo hace en tres periódicos de gran presencia: La Razón (fundado en 1878), El Siglo (fundado en 1863) y El Nacional (fundado en 1893). Luego de esta experiencia se enroló como alférez en la revolución del caudillo del Partido Blanco, Aparicio Saravia11 (1857-1904), en 1897.

En El Nacional, de vertiente blanca, abundaban en particular los artículos que criticaban al gobierno de Juan Idiarte Borda (1844-1897), quien fue asesinado el 25 de agosto de 1897. ése es un año complejo para la historia uruguaya, no sólo por el magnicidio referido, sino porque es el inicio de la revolución blanca a la que Sánchez se une como soldado, pero también como periodista. Ya reclutado en el Batallón Patria, escribe el periódico El Combate (1897). Esta publicación fue escrita a mano y tuvo tres entregas que circularon entre los combatientes. Actualmente se conserva la transcripción de la primera entrega, y nada se sabe de las dos siguientes.12

El Combate (1897) corresponde a cuatro hojas que redactó Sánchez durante el cumplimiento de sus funciones en el bando blanco de la división de Cerro Largo, cuando estaba asentada en Rivera bajo el mando del capitán Juan Francisco Mena. Después de la batalla de Arroyo Blanco, el 14 de mayo de 1897, Saravia y sus tropas se acercaron a la frontera con Brasil con la finalidad de sumar fuerzas y en búsqueda de auxilios sanitarios. Luego tuvo lugar el combate en el arroyo Guaviyú, donde salen triunfadores y continúan hacia el departamento de Rivera. Allí es donde se escribe dicho periódico.

El contenido de este periódico se conservó gracias a las transcripciones que posteriormente se realizaron. “Un ejemplar, el primero, adquirió estado público al ser citado por El Riverista (1921). Alfredo Lepro en Tradición Colorada (1932) refiere a que el mismo era propiedad de Blanca C. de González, viuda del comerciante Adrián González, dirigente del Partido Nacional”.13 Luego, el Semanario Marcha publica la transcripción de Tabaré J. Di Paula el 31 de julio de 1958, y por último se encuentra la fotografía tomada por Aníbal Barrios Pintos, en 1963, que integra su archivo de Biblioteca Nacional del Uruguay (ver Imágenes 1, 2 y 3).14

Imagen 1

Primera transcripción que se conoce de El Combate (1897)

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Fuente: El Riverista, 22 de enero de 1921, p. 1, Fondo Biblioteca Nacional del Uruguay, tomada de: Palermo, Grito, 2017.

Imagen 2

Segunda transcripción. Semanario Marcha, 1958

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Fuente: Semanario Marcha, 31 de julio de 1958.

Imagen 3

Fotografía del manuscrito original de El Combate (1897)

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Fuente: El Combate, 1897, Archivo Aníbal Barrios Pintos, Biblioteca Nacional del Uruguay.

La estructura del periódico es la siguiente: “Información de suscripción”, “32 años contra el Partido Colorado”, “Gacetilla”, “Literarias” y “Anuncios”. Es importante aclarar que el tono del periódico es humorístico. El primer artículo queda excluído del humorismo, pero lo siguiente apela a la ironía y al humor con la situación política. No hay que olvidar que este surge en un momento de mucha tensión, por lo tanto, consideramos que su sentido no es preocupar a las tropas, sino entretenerlas; de ahí su tono, brevedad y rusticidad. Sin embargo, cabe preguntarse sobre la recepción, ya que la población rural pobre y analfabeta era la que seguía esta vertiente política.15 La prensa siempre circuló a través de la oralidad y la lectura colectiva. Tal vez ésta pudo haber sido una de las formas por las que el periódico circuló entre los soldados.16

La estructura del periódico corresponde a la de cualquier diario impreso y capitalino como los mencionados anteriormente. En primer término, se encuentra el título, luego la información correspondiente a la edición con su encabezado:

Campamento en marcha, 29 de Julio de 1897. Director: Juan el Tano. EL COMBATE. Director:

Juan el Tano. Secretario de Redacción: Roberto el Diablo. Diario político, literario, noticioso, social. Nota: Los manuscritos no se devuelven. Suscripción: en la localidad $10. En otra parte, nada.17

En este encabezado ya podemos notar que el tono del periódico es humorístico, aunque no falten las reflexiones serias, que serán parte del primer artículo. Este tono tiene que ver con las burlas hacia el Partido Colorado. Más allá de que todo el contenido del periódico versa sobre el humor y el partido opositor, en este encabezado queda determinado por el uso de “Juan”, que refiere al nombre del presidente Juan Idiarte Borda, y que será utilizado en otros apartados del periódico. El siguiente nombre que continúa con la parodia es el de “Roberto el Diablo”. Las alusiones a este partido en relación con lo diabólico se reiteran en la literatura uruguaya, sobre todo en el criollismo. Por otro lado, es importante aclarar que Sánchez, como autor de este manuscrito, solía usar variados seudónimos que en su mayoría hacían referencia a alguna cuestión política. En este sentido, más que una burla, debemos tener en cuenta que la perspectiva del periódico es la del Partido Colorado. Por lo tanto, se trata de un periódico colorado que se burlaría de su mismo partido y de sus representantes. Hacia el final del encabezado tenemos los temas que abarca: “político, literario, noticioso, social”. Si tenemos en cuenta todo el periódico, cada uno de estos temas corresponden a los segmentos en los que se divide. Por último, el costo del periódico también es irónico, ya que en ese momento “$10” era mucho dinero, lo mismo el hecho de que no tuviera valor en otros lugares.

Este periódico es una parodia en la medida en que plantea una imitación burlesca no sólo de periódicos de otro tono, sino porque las referencias políticas no son serias. Podemos pensar a El Combate como un lado B de la escritura en prensa, pero como una forma de producción real y emergente a partir de las circunstancias. El manuscrito, tal como está anunciado en el encabezado, se determina como un dispositivo propio de una situación de combate signado también por la precariedad del contexto, donde la escritura es necesaria.

Durante el siglo XIX rioplatense se le brindó una gran importancia a la escritura, porque en la dicotomía civilización-barbarie que signaba a este periodo, la escritura era una salida de la barbarie y era una manera de ser partícipe de un mundo más ordenado. Separaba al letrado o al ciudadano ilustrado de lo bárbaro y analfabeto. La escritura, más allá de ser un puente para la expresión, es un rasgo de humanización. Por otro lado, fue un estímulo del ascenso social para llegar a empleos que distinguieran a los sujetos en un orden valorativo y simbólico.18 El valor de la escritura en el batallón, entonces, cobra una importancia simbólica que no queda simplemente en el humor como distractor, sino que podemos decir que El Combate fue una fuente de formación hacia los soldados en doble sentido: política y moral.

A partir de este último detalle, es importante señalar el desgarro que implica la figura del soldado desde la lectura de Ludmer,19 en la medida en que voz y cuerpo no quedan escindidos, sino que conforman un solo núcleo, elaborando otro tipo de registro. Más allá de que Sánchez haya sido un letrado formado, éste es de sus primeros escritos. Además, como periódico tuvo circulación -en la medida en que sabemos mediante las transcripciones que no sólo hubo un número- y el valor del manuscrito fue la de estar de mano en mano. Esto es lo que posibilitó que tengamos conocimiento de él hasta hoy. Queda saber -y sólo podemos hacer especulaciones a partir del encabezado- si como manuscrito fue reproducido cada número y cuántas veces. Hacerlo circular fue un modo de democratizar la práctica de lectura, de interpelación y de formación política. Incluso, puede agregarse a esta práctica la de brindar cierta dignidad en la medida de que los soldados muchas veces se enrolaban más por una necesidad económica que por defender una ideología o perseguir el carisma de un caudillo.

El Combate: un periódico popular

Consideramos que un periódico popular es aquel que se ajusta tanto a las necesidades como a los sectores menos privilegiados para transmitir su mensaje. Genera una tensión entre el horizonte de expectativas y la producción, ya que se elabora con premeditación acerca del contexto en el que será leído. ésta no es una pretensión de subestimar al lector, sino que se implantan determinadas técnicas literarias para que los lectores consideren más cercano el entramado de estos textos. Como ya se mencionó, el humor fue una estrategia con relación a la parodia de la estructura periódica convencional.

Puede pensarse a El Combate como un periódico popular porque nos permite conocer otras voces. En este sentido, se llega a lo que está en el discurso de un batallón y al consumo periodístico de los soldados; conocer los modos de acercamiento a la “gente común”, que en este caso son los combatientes.20 Particularmente se accede a una forma de sociabilidad mediada por la escritura en pleno estado de combate y por la posible lectura compartida y distribución. Continuando con esta misma línea, con este periódico es posible acceder, tal vez, a la formación política o, por qué no, a una posibilidad de escolarización. Por último, entendemos que interpretar a este dispositivo como un periódico popular deja que nos asomemos a entender la conformación de la cultura y, en relación con esto, pensemos el vínculo entre la escritura y la lectura en la arena política.

A partir del último punto, se establece un sentido de opinión pública en esta propuesta de escritura, que permitió a los soldados el acceso al debate público a través de la información y del entretenimiento. Con esta invención no hay límite ante el debate, porque este dispositivo no se encuentra bajo la mirada de ningún poder y está por fuera del monopolio de la comunicación, acentuando la noción de opinión pública desde el siglo XVII: crear bienes que son patrimonio de todos.21 En el gesto de la realización de este dispositivo, se tiene la cercanía de un estado del contexto, del ambiente político y de una forma de entretenimiento para los soldados.

Ofrece las posibilidades de sociabilidad intelectual22 porque es un espacio autónomo para el debate de ideas al discutir libremente sin estar en representación de ninguna institución. Aunque en este caso, de forma humorística, se está representando a un partido político. Lo importante de esta acción es la expansión de los temas, la posibilidad de interpretar, ridiculizar y ser parte de ciertos privilegios, como son la lectura y la escritura.

Pensar a El Combate como un diario popular nos permite conocer la historia a través del pueblo. Esto significa acercarnos a los aspectos de su realidad mediante el lenguaje y sus formas de consumo intelectual. De esta manera, la historia no sólo nos llega a través de unos pocos y da cuenta de otras formas de participación y sociabilidad en un campo de batalla. Un periódico popular sitúa las evidencias sobre la relación entre los intelectuales en combate y la escritura, a la vez que entiende a la literatura como una forma de distensión, sin que ésta deje de ser política. Nos permite entender que, mediante la escritura y la distribución de este manuscrito, hubo una forma de reproducción política y cultural entre los soldados. Separar de la escritura al soldado es pensar esta práctica como algo homogéneo; sin embargo, entendemos que se establece una ruptura entre la prensa concebida como una constru cción relegada a las imprentas y los letrados en función de éstas. Hacer de la figura del letrado un mediador entre la labor intelectual y la guerrera es una idea más cercana a esta producción, aunque no deberíamos en este tiempo seguir separando una figura de la otra.

La sociabilidad como categoría histórica puede ser entendida como una manera de comprender los significados en un momento histórico a través de la forma de relacionarse entre los sujetos, en este caso entre combatientes. En este sentido, podemos ver cómo afectan los elementos del contexto en esta realidad social. Nos brinda, no sólo una forma de comunicación, sino que también evidencia la construcción de subjetividad en el campo de batalla a través de la descripción del gobierno ya sea en un tono serio o irónico.23

Es complejo definir la influencia de la prensa en la opinión pública, más en este caso, cuando pocos son los datos concretos sobre el periódico, sobre todo en lo que refiere a la recepción y a las formas de distribución. Sin embargo, lo sugerido en el periódico no es más que el malestar latente sobre la presidencia de Idiarte Borda. Nada estaba oculto de la visión general de los combatientes y de la opinión pública. Es importante aclarar que Sánchez, antes de realizar este periódico artesanal, trabajó en diarios capitalinos, donde las opiniones sobre el gobernante carecían de humor, pero no así de agresividad. Señala Pilar González Bernaldo: “La difusión de la opinión sigue siendo en el siglo XIX un acto colectivo, tanto en el caso de la lectura de la prensa [...] como en la transmisión verbal de las opiniones”.24 Teniendo en cuenta esto, Sánchez no escribió únicamente para sí, sino en función de construir una mirada colectiva acerca del enfrentamiento con el Partido Colorado. Continúa González Bernaldo: “La lectura ligada a la conversación y discusión sobre temas de interés público tiene como objetivo producir en estas últimas una opinión consensual”.25 De este modo, El Combate forma parte de una comunicación colectiva, más allá de la responsabilidad única sobre la escritura.

El periódico funciona como un espacio de disenso del interés público y común, el cual, como práctica intelectual, puede llevar las opiniones al campo de acción política.26 Cabría preguntarse en qué medida el periódico podría ser un elemento que incendiara las pasiones o incentivara la batalla en la arena política. Más allá de su apertura seria, donde se explicita claramente la opinión sobre el gobierno de ese entonces, es menester pensar en el vacío que se deja al no conocer sobre el contenido de los otros dos números. Ante el conocimiento únicamente de éste, podemos decir que la prioridad de sentido está construida para seguir pensando en la política y en la patria, siempre con ironía. El humor queda como un reflejo de potenciar la inteligencia y la necesidad por sobrevivir, ante un estado de incesante violencia donde también es necesario formar opinión pública. El periódico irrumpe en el espacio de sociabilidad de los soldados mientras el combate físico cesa, pero no así el ideológico.

El estudio del periódico desde una perspectiva de la sociabilidad implica el examen de vínculos y solidaridades mediante la escritura. Detenerse en este planteo nos hace ver en el texto la facultad que existe entre el discurso político y el cruce con el entretenimiento. De hecho, podemos pensar el humor como una gran estrategia política, como forma de convencer y propagar ideas del partido. Al respecto, argumenta González Bernaldo: “La sociabilidad remite a prácticas sociales que ponen en relación un grupo de individuos que efectivamente participan de ellas y apunta a analizar el papel que pue dan jugar esos vínculos”.27 Entonces, a esta red podemos leerla como una forma de relación donde hallamos sin más a la lectura y a la distribución. Esto se desarrolla a través de la lectura compartida o porque el periódico va de mano en mano. La circulación es parte de esta sociabilidad, así como también hacer de este circuito un espacio de construcción política y formativa. Es una manera en que los soldados del Batallón Patria entran en relación mediante las prácticas de lectura, escritura y entretenimiento. Además, para generar las condiciones de sociabilidad, lo más importante es la libertad de reunión, aunque la brevedad del periódico también se deba al poco tiempo de distensión, cuando es necesaria la lectura rápida para que más manos sean las que lleguen a él.

A través de esta forma de propagación y construcción de ideas, sabemos que el dispositivo de lectura necesita de otros factores que no están únicamente implicados en los lectores, o por lo menos en la recepción y circulación. En este aspecto se debe incluir al autor en la medida en que, en las intenciones del texto, se pueden hallar: “ilustrar al pueblo, crear un espíritu público, dirigir la opinión y fomentar el patriotismo”. 28 ésta es una manera de poner en movimiento prácticas políticas que no sólo dirijan a los sujetos, sino también sus discursos y posibles formas de conspiración. Es posible pensar que detrás de estas formas de sociabilidad, donde lectura y escritura están implicadas, también pueden esconderse otros intereses. En este sentido, la literatura puede ser una estrategia de lucha.

Las estrategias del periódico

El encabezado indica que el campamento está en marcha en la fecha 29 de julio de 1897. En él pueden reconocerse los seudónimos típicos en Sánchez, pero también es una marca de la prensa de la época, donde pocas veces se firmaba, y cuando se lo hacía, mayormente se recurría a un seudónimo, más aún cuando se tratara de un diario político. Podemos decir que tanto las diferentes partes como la nota y suscripción apelan al humor o eso se supone, ya que en estado de combate difícil es el manejo de la economía, así como la de mantener los escritos a salvo. “En otra parte, nada”29 puede funcionar como el remate de un chiste, ya que ese precio en esa época era realmente excesivo y no había manejo de la economía. En este sentido, vemos cómo el humor se presenta desde el comienzo y respetando la estructura habitual de los periódicos. Generalmente, éstos tenían un encabezado con el precio. No sólo en este elemento, sino en otros que se indicarán a continuación, se realiza una parodia, incluso en los mínimos detalles. Es necesario aclarar que el humor es algo bastante frecuente en el periodismo de Sánchez; se diferenció de otros en su oficio por su habilidad con el humor y en la creación de diálogos.

“32 años en contra del Partido Colorado” es el titular del artículo menos humorístico de todo el periódico y que lo inicia. Se menciona a Bernardo Prudencio Berro, último presidente hasta entonces del Partido Nacional, desde 1860 a 1864. Distinto en su tonalidad a los otros apartados, este intenta ser una justificación y un preámbulo a la vez, no solo de las burlas que vendrán después, sino del estado de situación en la que se encuentran: un combate entre estos dos bandos. Con relación al nombramiento de Berro, se quiere determinar que a partir de aquí la patria “va derecho a la ruina”.30

La primera página está dedicada a fundamentar los motivos de la guerra civil que se vivía, argumentando la crisis del país en materia de democracia política, producto de que:

[...] las libertades ciudadanas se han hecho trizas por parte de nuestro gobernador y el desgraciado oriental que no ha podido mirar en silencio los bochornosos actos de los cuervos de que mala manera se apoderaron de la cosa pública, haciendo referencia a la política exclusivista del gobierno de Julio Herrera y Obes (1890-1894) y continuada por el Presidente Idiarte Borda, asesinado el 25 de agosto de 1897, contra quienes se sublevó el Partido Nacional. El fraude de los registros electorales y en el manejo de las elecciones, conocido historiográficamente como “influencia directriz”, determinó el rechazo del Partido Nacional, pero también de sectores del Partido Colorado; es el caso de José Batlle y Ordóñez.31

El primer texto comienza con alabanzas hacia el último gobierno del Partido Nacional, luego del cual, reafirma, “nuestra hermosa patria, va derecho a la ruina” por algo fundamental para mantener a una nación en armonía: la libertad. Al comienzo de este trabajo se mencionó la reiteración de tópicos vinculados a textos pertenecientes al proceso independentista. De algún modo, se revitalizan estas palabras como una manera de reflejar la inestabilidad política y, sobre todo, el permanente estado de alerta. Si se vuelve a nombrar a la patria para defender, también deben aparecer sus defensores o, en todo caso, sus hijos: los orientales. A diferencia de la gesta patriótica de los inicios de este siglo, el oriental ya no es tan valiente, sino que se ve rebajado en el discurso ante el caos político y por eso es denominado “desgraciado oriental” y “el desdichado ciudadano”. Ambas expresiones se utilizan como sinónimos y se integran a las alusiones sobre el pueblo que está compuesto por éstos, aunque las licencias poéticas no vayan de la mano con la legislatura.

El segundo apartado del texto continúa con la crítica hacia el poder y la vulnerabilidad de la patria y el pueblo: “Nuestra desgraciada Patria a imitación de Cristo, de Herodes a Pilatos, con la pesada cruz a cuesta”.32 La patria tiene un paralelismo con la figura de Cristo, y por eso todo lo que deviene del Partido Colorado son figuras como Herodes, Pilatos y hasta los mismos fariseos. Siendo Florencio Sánchez poco religioso, la construcción de la noción de patria33 como madre, y aun cristiana, se mantiene. La noción de pueblo se encuentra del lado del Partido Nacional.34 Bajo este entendido, podemos pensarlo desde dos variantes: la primera, porque es el partido que defiende, es un sentido literal; la segunda, como ya se mencionó anteriormente, porque el campo fue un espacio poco privilegiado, habitado por el “populacho”.

Estamos ante una forma de literatura popular porque en el texto demuestra las diferentes jerarquías fuera del texto, pero que de algún modo lo construyen. Luego de establecer la diferencia entre blancos y colorados, y de determinar claramente quiénes son los enemigos, la segunda parte del texto desarrolla una visión de la heroicidad, a través de las armas.

El Partido Nacional, como dijimos, representa al pueblo y lleva en su mano mancillado pendón sin ideales. Cansado de batallar contra el desorden en la vía pacífica, se ha levantado en armas llevando a la lucha la bandera del derecho, de la democracia, de la justicia, del orden.35

La visibilidad de la lucha es una marca de la gesta patriótica, pero que en este caso se establece en el texto que abre el periódico y que además determina la fundamentación del levantamiento armado. La representación del pueblo por parte de guerreros, así como la imagen de pendones en alto por una serie de valores, ya se rastrea desde la primera versión de nuestro Himno Nacional (1833), texto que abre el Parnaso Oriental (1835-1837).

Heroicidad y patria son tópicos que se renuevan en esta fase de cierre del siglo XIX, pero de algún modo recuperan la vigencia de los significados que remiten a las literaturas fundacionales. Esta primera parte del periódico finaliza con las asociaciones de “hijos de la patria” como orientales, aunque en este caso no son los orientales en su totalidad, sino los aliados a la Revolución. La libertad y defensa a la patria con “mano de hierro” nos trae nuevamente a la sensibilidad de los poemas referentes a la Independencia, solo que ahora las guerras civiles se han apropiado de estos signos: “ánimo pues: alta la frente, mano de hierro y la victoria será del pueblo, la victoria será nuestra”.36

Entendemos que El Combate es una puerta de entrada al conocimiento de la sensibilidad de los soldados, pero también de cómo se vivía la política. El acceso a la escritura en un proceso de batalla nos acerca a la construcción no sólo de una identidad partidaria, sino del entramado simbólico que se teje en los grupos sociales. Alejandro Rabinovich, señala: “Las batallas nos ofrecen, así, una ventana privilegiada, no solo sobre los aspectos militares de un Estado del pasado, sino sobre la sociedad en su conjunto”.37

El humor a través de la política

La sección “Gacetilla”, segunda parte de este periódico, corresponde en su estructura a las croniquillas que muchas veces aparecían en los diarios de la época. éstas consistían en dar una noticia de forma breve y sin muchos detalles. Tenían la función de entretener más que de informar, ya que carecían de datos relevantes. Lo importante o lo tentador de estos breves pasajes era lo llamativo de su argumento. En este caso, se informa sobre la salud del redactor, a través del seudónimo utilizado por Sánchez, que padece la enfermedad “vasconsillitis”. Se relaciona con la palabra “vasco”, y por eso esta noticia remata del siguiente modo: “El vasco Idiarte Borda todavía sigue en la presidencia de la República”.38 En síntesis, el redactor encubre una identidad colorada, no sólo por sus referencias al diablo, sino que, como se vio anteriormente, lo no cristiano no es blanco ni está con el pueblo. De algún modo nos da a entender que, ante este gobierno, también está enferma la patria.

Esta parte de la estructura del periódico es la que inaugura el humor en lo que refiere a su contenido, aunque en el encabezado ya se hayan dado algunas pistas. Sin embargo, es la entrada al lugar de la experiencia de quien narra, porque determina las claves de lectura de aquí en adelante. Lo serio o, si se quiere, el manifiesto político fue la entrada principal, que de alguna manera funcionó a modo de retórica para captar la buena voluntad de los lectores/oyentes para dar paso a las secciones más distendidas, que por esto no dejan de ser comprometidas políticamente.

Volviendo a la parodia, la sección “Gacetilla” apela al humor directo contra el presidente Juan Idiarte Borda. No informa, sino que a partir de la estructura previa -teniendo en cuenta los diarios capitalinos o impresos- elabora algo nuevo con la finalidad de construir un discurso particular que acercaba las inquietudes políticas a las huestes que se encontraban en ese entonces en el departamento de Rivera. Con relación a la exploración que une voz y cuerpo de soldado en este artificio,39 consideramos que además de expandir estos dos factores también se expande las posibilidades de la voz en virtud del soldado.40 Es importante aclarar que esta voz que se expresa es un artificio, ya que los soldados en su gran mayoría eran analfabetos. El artificio como tal, en el caso de Sánchez, contribuye a un pliegue donde la excepción del soldado que escribe se encuentra presente.

La sección “Literarias” está dedicada a Juanita, en diminutivo y femenino. No es otra cosa que una referencia al presidente Juan Idiarte Borda. Esta feminización es una forma de ridiculizar al enemigo y mostrar su fragilidad. Por eso, el poeta Juan el Tano, otro de los seudónimos de Sánchez, le dedica unos versos patrióticos que señalan al yo poético del lugar de las lanzas, es decir, del lugar de la patria. Honra y gloria son los motivos por los que el soldado va al campo de batalla. La motivación inmaterial determina la valentía y estar presente en lo sensible de un pueblo y de una nación: su historia.

Esta sección se compone únicamente de una estrofa de seis versos en los que la voz poética le pertenece al soldado. Como se mencionó anteriormente, la propuesta de El Combate es una forma de expansión de las voces de los combatientes, pero sin la presencia de los rasgos lingüísticos del habla. Otra vez se retoman los tópicos de la poesía independentista, aunque el nuevo pliegue en esta poesía patriótica es la derrota, factor visible en el texto de apertura. Existe ya en esta etapa una derrota en la construcción de la historia, donde algunos nombres son borrados, sobre todo los de los soldados.

La dedicatoria a Juanita, más allá de la ironía que puede mostrar, retoma la relación amada/poeta que suele presentarse no sólo en la historia de la literatura, teniendo en cuenta este periodo, sino en los rasgos estilísticos que hacen de esa amada un lugar en el que también se hallan los significantes madre, mujer y patria. Volviendo a la retórica amorosa entre el soldado y la patria propia de las poéticas decimonónicas rioplatenses, se entiende a este amor de manera concreta, de un hombre hacia una mujer, que tiene como objetivo conformar una gran familia: la nación.41

La retórica erótico patriarcal instalada en este discurso se refleja a través de la defensa de la patria imponiendo para su defensa los valores masculinos predominantes de la época: demostrar fuerza, valor y coraje a través de las armas. Sin embargo, en este nuevo ciclo de poesía “patriótica” hay un espacio de entrada para la derrota y la revisión del pasado y la memoria:

 

Cuando partía ansioso de honra y gloria

a los crueles campos de matanza

no pretendía a los bordes de mi lanza

grabar mi nombre en la historia.

Qué solo me alentaba la esperanza

de reinar para siempre en la memoria.42

 

Esta sección es donde se le da lugar a lo sensible, por su lirismo y porque cumple con la parodia en relación con la estructura de otros diarios. Por ejemplo, en el periódico El Nacional había en cada número una sección literaria con un fragmento de un cuento de algún autor de renombre internacional como Iván Turguenev durante las ediciones de 1894. Este periódico es una muestra de las formas de sociabilidad política, pero también de conocer la interna de un batallón y la sensibilidad de sus combatientes. Este pasatiempo es una forma de solidificar vínculos, tan necesarios en la arena política. Por lo tanto, las formas de dispersión y recreación solidifican los motivos de combate como los ideológicos:

[...] se hace indispensable [...] conocer lo que mantiene unido a un batallón, las identidades políticas y nacionales en pugna, la relación con la causa que se defiende y el trato que se establece entre la tropa, los oficiales y los jefes.43

El último apartado de texto es un anuncio, como el que aparecería en cualquier periódico. A través de la reiteración de la palabra “¡OJO!” en mayúsculas y cargado de signos de exclamación, anuncia tres cosas: un profesor de idioma napolitano, un caballo purasangre y, por último, que se busca a un presidente con buenas referencias. En este último caso, el anuncio está presentado como si se ofreciera un trabajo y se exigiera buenas recomendaciones para obtenerlo. El tono humorístico se sostiene a partir de la búsqueda de otro presidente, donde de algún modo está implícito el motivo del conflicto armado.

Conclusiones preliminares

El Combate es de los pocos periódicos (o el único, según Palermo44) que permiten conocer de cerca la sensibilidad del soldado en pleno campo de batalla. Instala la visión del humor desde una perspectiva política y una nueva idea de nación a partir de la escritura. La escritura fuera del control del poder es una manera de acercarnos al conflicto a través de esos pasatiempos que son poco conocidos en la historia de los héroes. El humor, el pánico y las diferencias en un mismo grupo son parte de esa sombra que queda de lado en la historia de la nación.

Por otro lado, El Combate demuestra las múltiples formas de sociabilidad dentro de un batallón, así como las formas de dispersión determinadas por la lectura y la escritura. La heroicidad, la patria y los oponentes se han encontrado presentes en las escrituras tanto en las de guerra como en las fundacionales. En este sentido, estos elementos se reiteran de forma sistemática logrando que con el tiempo su significado cumpla con las variaciones del contexto.

Este caso tan particular de comunicación entre combatientes, nos acerca a la sensibilidad de la época y también a las formas humanas de relacionamiento. Más que nada accedemos al posible discurso político de los soldados en los momentos de distensión. Este último detalle puede ser más que relevante para pensar las prácticas de escritura y lectura popular a finales del siglo XIX.

El Combate también es la puerta de entrada a pensar los conflictos armados por fuera de los discursos de poder, pero también por fuera de Montevideo. Es frecuente que en los estudios sobre prensa de ese siglo tanto la capital uruguaya como Buenos Aires sean los registros más visitados. Este ejemplo nos permite cuestionarnos acerca de la centralidad que muchas veces se le asigna a la cultura sin detenernos en los posibles soportes y formas de comunicación que otros territorios han creado en situaciones de tensión política.

El vacío semántico como el vacío de información en el caso de este periódico puede dificultar la necesidad de realizar aseveraciones. Implica una constante interpelación ante otras formas de expresión que no se han tenido en cuenta y que muchas veces develan rasgos de la sociedad a los que no se accedería únicamente con la prensa capitalina.

ángel Rama45 sostuvo que ante las guerras civiles se inició -a partir de 1830- lo que se consideró como “poesía de partido”, donde la figura de Juan Manuel de Rosas era el centro. Cabe preguntarnos qué sucede al cierre del siglo XIX cuando combatiente y letrado pueden ser el mismo y cuando las formas de producción escrita evolucionaron. Este último ciclo de guerras civiles que se abre en 1897 en Uruguay, ¿inicia una nueva etapa de procedimientos de escritura patriótica?

Fuentes

Hemerográficas

 

El Combate, 1897. Biblioteca Nacional del Uruguay, http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/71769

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Sánchez, Florencio. Prosa Urgente (Comp. D. Vidal). Uruguay: Biblioteca Artigas, 2011.

 

Notas

[1] González, Prensa, 2018.

[2] Álvarez, Historia, 2008.

[3] Álvarez, Historia, 2008, p. 383.

[4] Romano, “Espacios”, 2017.

[5] Johansson, Revolución, 2008.

[6] Johansson, Revolución, 2008.

[7] Etchechury, “Visto”, 2018.

[8] Ludmer, Género, 2012.

[9] Su primera obra estrenada fue M'hijo el dotor en Buenos Aires en 1903, con la compañía de Jerónimo Podestá en el Teatro de la Comedia. Joaquín de Vedia, que en esa época trabajaba junto con Florencio Sánchez en el periódico Tribuna, fue quien facilitaría el vínculo entre los dos creadores. Para ese entonces, Sánchez se dedicaba a la crítica teatral.

[10] Tuvo una agitada labor como periodista. En este caso se potenciará su trabajo en prensa en Montevideo, pero es necesario rescatar que fue un gran gestor de periódicos tanto en Uruguay como en Argentina. Fue uno de los impulsores del diario anarquista El Trabajo, primer periódico de este tenor en Uruguay. Durante 1900 y 1901, además de participar en esta plataforma, también da conferencias sobre anarquismo. A causa de esto es perseguido por la policía y se fuga a Rosario, Argentina. En Rosario participa en la redacción del periódico La República, y además funda el periódico La época, por el cual también es perseguido. Se escapa a Buenos Aires y allí participa de la publicación La Protesta, diario anarquista que salió bajo censura.

[11] Caudillo del Partido Blanco nacido en Cerro Largo y fallecido en Santana do Livramento, Río Grande Del Sur, Brasil. Cuando se realizaron las elecciones en el senado para resolver quién sería el sucesor del asesinado Juan Idiarte Borda, hasta entonces presidente de la República, promovió un levantamiento revolucionario. Es a este levantamiento que se une Florencio Sánchez, así como otros escritores.

[12] Palermo, Grito, 2017.

[13] Palermo, Grito, 2017, p. 77.

[14] Palermo, Grito, 2017.

[15] Barrán y Nahum, Historia, 1972.

[16] González, “Sociabilidad”, 2003.

[17] Sánchez, Prosa, 2011, p. 85.

[18] Beretta, Mucho, 2011.

[19] Ludmer, Género, 2012.

[20] Fradkin, Pueblo, 2021.

[21] Chartier, Espacio, 2003.

[22] Chartier, Espacio, 2003.

[23] Rabinovich, Anatomía, 2017, p. 27.

[24] González, Civilidad, 2008, p. 176.

[25] González, Civilidad, 2008, p. 178.

[26] González, “Sociabilidad”, 2003.

[27] González, Civilidad, 2008, p. 9.

[28] González, “Revolución”, 1991, p. 21.

[29] Sánchez, Prosa, 2011, p. 85.

[30] Sánchez, Prosa, 2011, p. 85.

[31] Palermo, Grito, 2017, p. 78.

[32] Sánchez, Prosa, 2011, p. 85.

[33] Tanto la familia como la nación se van construyendo a partir de la dependencia muta, generada por el honor y la protección. Esta forma de representación del amor y la lealtad se transmite a partir de la patria, ya que en ella se representan el honor y amor de la familia, es decir, se la cuida como a una madre. Es una representación de lo erótico patriarcal dentro de las literaturas fundacionales (De Torres, 1995).

[34] Sánchez, Prosa, 2011.

[35] Sánchez, Prosa, 2011, p. 86.

[36] Sánchez, Prosa, 2011, p. 87.

[37] Rabinovich, Anatomía, 2017, p. 17.

[38] Sánchez, Prosa, 2011, p. 87.

[39] Josefina Ludmer (1985) retoma el concepto de artificio propuesto por el formalista ruso Víktor Shklovsky para diferenciar las expresiones poéticas de las que no lo son. Las primeras se conforman de tal modo gracias a la artificialidad. En este sentido, la poesía patrió tica como la gauchesca es un artificio porque más allá de acercarse a las formas de expresiones del gaucho es artificial. No es escrita por este sujeto, sino que el letrado toma esas herramientas para convertirlas en poesía. En definitiva, la gauchesca es artificio puro.

[40] En este periodo es necesario tener otras consideraciones acerca de la voz del soldado, ya no la voz del gaucho. No se toman los rasgos lingüísticos del campo, tampoco los temas que se relacionan con él, sino que queda estrictamente lo político en virtud de la imagen del soldado que escribe y lo esencial a mostrar es su relación con la política y las formas de combate. Se deja de lado la reflexión de los diálogos de Hidalgo para pasar a una estructura que es más amigable con los cielitos por el humor, aunque en este caso existe un equilibrio entre el humor y su contrario, además de que la voz no es un artificio, sino que estamos en una etapa de escritura donde el soldado escribe.

[41] de Torres, Nación, 2013.

[42] Sánchez, Prosa, 2011, p. 87.

[43] 2017, p. 18.

[44] Palermo, Grito, 2017.

[45] Rama, Gauchipolíticos, 1982.