Manuel Oswaldo Suin Guaraca[*][0009-0008-7736-268X]
Uno de los puntos claves para entender la ecuatorianidad es la guerra, esencialmente con el Perú.1 En tiempos recientes, la guerra del Cenepa ha marcado a generaciones de ecuatorianos, ya que se ha reforzado en ellas el sentido de patriotismo que nace desde antes de la fundación del Ecuador como Estado. Dentro de los hitos fundacionales del país está la Batalla de Tarqui, guerra que enfrentó a peruanos y colombianos por el territorio de Azuay y por el puerto de Guayaquil, zonas colombianas que reclamaba el Perú como propias.
Apenas habían pasado siete años desde que el Departamento del Ecuador se había independizado de España y adherido a Colombia. En un momento donde el territorio no está claramente definido y donde las personas no se identifican con una nacionalidad específica, es deber de los Estados nacientes crear el sentimiento de pertenencia en los individuos para evitar movimientos separatistas o usurpaciones de territorio.
Es así que los periódicos actúan como amplificadores del sentimiento nacionalista mediante la transmisión de mensajes con tientes patrióticos a los habitantes. En el caso específico del Distrito del Sur (actual Ecuador), los periódicos El Colombiano de Guayas y La Gaceta de Quito permiten identificar esta difusión de ideas, además reflejan el sentimiento creciente de apego a un territorio llamado Departamento del Ecuador.
Para el desarrollo de este trabajo de investigación, se han considerado los diarios El Colombiano de Guayas y La Gaceta de Quito, debido a que presentan el espectro noticioso de Guayaquil, ciudad involucrada directamente en el conflicto, y de Quito, como centro político del Departamento del Sur. Se han tomado como objetos de estudio poemas, anuncios oficiales y boletines de prensa que aparecen en los diarios de entre los meses de noviembre de 1828 y junio de 1829, ya que son los momentos álgidos de la guerra y donde la información es pertinente para el análisis del surgimiento de la identidad ecuatoriana.
Si bien es claro que la identidad es un elemento asociado al individuo, en la construcción de esta identidad no puede quedar fuera la identidad social, sea cual fuere, de género, de clase, étnica o -importante para este estudio- la nacional. El plano social y personal identifican y realizan al individuo;2 es decir, desde su nacimiento, los individuos se han de insertar en un entramado social ya diseñado, donde su individualidad se complementa con lo social y viceversa.
El individuo está inserto en el medio social, en otras palabras, requiere de los otros para formar su identidad. En tanto la identidad sólo cobra forma a través de la interacción, es en el ámbito de las relaciones sociales y en el inter-reconocimiento donde las identidades personales se van delineando, siempre dentro de una estructura social.3 Por decir de otra manera, la identidad colectiva es la conciencia que tienen los individuos de pertenecer a un grupo, de formar parte de una comunidad.4
El sentimiento de pertenencia surge de intereses y condiciones compartidos entre los individuos; además se afianza en las diferencias que los distan de otro grupo de personas. La identidad se ha cimentado en aspectos objetivos, como pueden ser la lengua, las costumbres, la alimentación, etcétera; o en aspectos netamente subjetivos, como el sentimiento de pertenencia a un territorio determinado llamado Estado nacional.5
Los Estados nacionales crearon símbolos e hitos históricos que los identifican y, al mismo tiempo, los diferencias del resto de Estados nacientes; sus ciudadanos se reconocerán en ellos, crearán sentidos de pertenencia al país y configuraran su identidad nacional. Todo ello genera una carga espiritual que cultiva positivamente el civismo, ligando el sentimiento a unos acontecimientos en específico.6
En Ecuador existen tres hitos fundacionales de su identidad: el primer grito de independencia (10 de agosto de 1809),7 la Batalla del Pichincha (24 de mayo de 1822)8 y la Batalla de Tarqui (27 de febrero de 1829). El 25 de febrero de 1948, el presidente de la República del Ecuador Carlos Julio Arosemena Tola, en su Decreto Ejecutivo 324, declara el 27 de febrero como Día del Civismo y dispone que se conmemore la fecha izando la bandera en todos los establecimientos educativos y que los jóvenes que estén por terminar sus estudios de primaria y secundaria juren lealtad al símbolo patrio, además de realizarse sesiones solemnes en todos los Consejos Cantonales del país. La fecha del 27 de febrero -como un símbolo que despierta en la persona emociones de identificación con un específico conjunto, colectivo, país, entre otros- no inició con el decreto de Arosemena Tola, ya que para 1929, en el Gobierno de Isidro Ayora, el Congreso Nacional declaró este día como fiesta cívica nacional. Posteriormente, en 1981, el presidente Jaime Roldós Aguilera, mediante Decreto Ejecutivo, instituyó el 27 de febrero como Día del Ejército Ecuatoriano.9
Hasta la llegada del gobierno de Rafael Correa en 2008, los niños y jóvenes ecuatorianos juraban la bandera el 27 de febrero de cada año, con la finalidad:
[…] [de] recordar y hacer conocer el alcance, significado y consecuencias jurídicas de la Batalla de Tarqui en todos los Institutos educativos y militares del país, con la finalidad de preparar conscientemente a nuestro pueblo para el objetivo de la Defensa Nacional.10
Todo ello implica una dimensión espiritual para fomentar de manera positiva el sentido cívico, relacionado con una fecha y con los emblemas nacionales (para este caso la Batalla de Tarqui y la bandera nacional). Por tanto, el sistema educativo ha asumido la tarea y el compromiso de generar conciencia acerca del patriotismo en Ecuador. Por otra parte, en las academias militares, estos emblemas son componentes fundamentales de las ceremonias diarias, ya que la capacitación profesional así lo demanda. Por lo tanto, no es sorprendente que las Fuerzas Armadas desarrollen un vínculo particular con los símbolos nacionales. Sin embargo, ese vínculo no es de uso exclusivo de ellos. En la vida civil, no se observa una conducta similar a la de los militares, aunque esto de ninguna manera implica que el fervor cívico hacia los símbolos patrios deba disminuir. Si bien, en el ejército se manejan valores diferentes de la vida civil, el 27 de febrero es importante para ellos al igual que para la población en general; y así existan asimilaciones diferentes, ambas generan la construcción de una identidad nacional y de un “otro” -asociado a diferente y hostil- que unifica las emociones de toda la población ecuatoriana.
Paradójicamente, los tres acontecimientos mencionados anteriormente -10 de agosto de 1809, 24 de mayo de 1822 y el 27 de febrero de 1829- sucedieron antes de la existencia de Ecuador como país, pero permitieron la creación de un sentido de pertenencia de un Estado que nacía de los escombros de la guerra. Los dos primeros han sido estudiados a profundidad.11 Sin embargo, el último carece de estudios profundos, y mucho menos existen trabajos que relacionen el hito histórico con la prensa escrita y cómo ésta ha ayudado a fundar el sentido de pertenencia a un territorio. Todo esto debido a que en Ecuador existe un deseo de ocultamiento de su pasado en Colombia, como una etapa poco significativa.12
En efecto, los periódicos pueden visibilizar el contexto institucional, social y cultural de un espacio geográfico o de un tiempo en específico, existe también la posibilidad de utilizarlos como fuente para la reconstrucción de un hito histórico en específico. Para ello se utiliza el estudio y el análisis de la información presente en la prensa y las opiniones que han sido publicadas.13 La reconstrucción histórica de la prensa escrita no debe centrarse únicamente en lo político, deben agregarse las ideologías y mentalidades que pueden estar expresadas de diversas formas; he ahí que el estudio de los diarios permite identificar las tendencias nacionalistas.
A finales de 1828, tropas peruanas llevaron a cabo ataques constantes hacia el Departamento del Sur de Colombia (Guayaquil y Azuay14), bloqueando el puerto del Guayas e incursionando en la zona aledaña a Loja. Tras varias escaramuzas y bajas de ambos bandos, la batalla decisiva se libra en el Por tete de Tarqui, zona aledaña a Girón, el 27 de febrero de 1829. El resultado deja al ejército colombia no como vencedor y obliga al Perú a firmar el Tratado de Girón, en el cual las fuerzas peruanas deben abandonar los territorios ocupados de Azuay y Guayaquil.15
Fuente: “Carta de la República de Colombia, dividida por departamentos”, tomado de: https://mapasmilhaud.com/mapas-antiguos/mapa-de-la-gran-colombia-y-sus-departamentos-1824/ (consultado el 17 de marzo de 2023). División territorial de la República de Colombia de 1824, preparada para servir a la correcta lectura de las fronteras entre Colombia y Perú. La región del Azuay se encuentra en verde, al sur de lo que era la “Gran Colombia”.
El coronel jefe León de Febres Cordero16 hace pública la victoria colombiana en su carta desde el cuartel general de Cuchipilca, publicada en el diario La Gaceta de Quito del 18 de abril de 1829:
El enemigo ha perdido en la batalla de hoy dos mil quinientos hombres entre prisioneros, heridos, muertos y dispersos, de los que sesenta son Jefes y Oficiales; y ha dejado en nuestro poder como tres mil fusiles, dos banderas, multitud de cajas de guerra, vestuario, equipo y otra porción de despojos.17
La historiografía ecuatoriana ha narrado este acontecimiento de forma exacerbada. La mitificación de los acontecimientos ha intentado crear un sentido de apego al territorio. La sensación de victoria y superioridad en los hechos acontecidos crea en la población un orgullo de una nación naciente:
Cuando los restos del Ejército del Perú destrozados huían en dirección a Girón, entraba en combate, de nuestra parte airosa, e igualmente resuelta, la Segunda División que, por las circunstancias narradas, intervino solo en la última parte de la legendaria batalla, en la que 1 500 soldados de nuestros batallones y un centenar de jinetes del Cedeño, había batido completamente a 5 000 hombre de la infantería enemiga, con toda su Caballería y material de Artillería.18
La construcción de la conciencia colectiva,19 como aquello que el grupo de individuos toma como característica común, se puede basar en compartir saberes, métodos, gustos, ideales políticos, etcétera; una conciencia colectiva se acentúa en la mitificación de acontecimientos trascendentales, actos que han marcado la vida del territorio, que estampan a la persona para fuera. Es decir, con respecto a las otras naciones, así como marca para dentro, en los sentidos que me une con los demás.
De esta manera, los actos mitificados, como los de la Batalla de Tarqui, produce en las personas posturas compartidas que se van a extender en el espacio y en el devenir del tiempo. Se debe agregar que la conciencia colectiva cimentada en los hitos históricos orienta y especifica las emociones y los comportamientos de las personas hacia el otro. Dicho de otro modo, la Batalla de Tarqui ha creado una percepción de la población hacia el Perú, como un enemigo, una sensación de peligro, de un antagonista que está siempre al acecho y que pone en peligro, no sólo al territorio sino también al individuo.20
La creación del otro “malo”, que atenta contra el nosotros “buenos” vincula a las personas con lo primordial que es el bienestar de todos, de cuidarse como miembros de un mismo grupo social, siempre en condiciones de iguales frente al otro. Esto parece confirmar que la nación ecuatoriana se ha formado en contraposición de otras naciones, que la guerra ha fomentado un nacionalismo, que ha conseguido que las personas se vinculen a un territorio y a unos símbolos específicos.
Teniendo en cuenta lo anterior, no es osado suponer que era necesario mantener cierta desconfianza hacia el otro, para que la conciencia colectiva que estaba creándose se vaya fortaleciendo con el tiempo. La prensa divulgó los temores del gobierno colombiano con respecto al enemigo de todos, el Perú. Así, la edición de La Gaceta de Quito, del 13 de junio de 1829, transmite un decreto del presidente Simón Bolívar, en el cual se advierten de los peligros que acechan desde el sur:
Que la guerra del Perú aumentó considerablemente los gastos del Estado con la necesidad de establecer en las fronteras meridionales un cuerpo de ejercito suficiente para contener la agresión del enemigo, con la de levantar otro de reserva sin perjuicio de las guarniciones y de los otros cuerpos destinados a sostener la independencia de la Republica, y en fin, con la de equipar y entretener la escuadra de operaciones; que aunque el triunfo obtenido en Tarqui y los preliminares firmados en el campo de Jiron a 8 de febrero; y ratificados en el mismo día por el presidente del Perú, que mandó en jefe el ejercito de aquella Republica, ofrecían la seguridad de una paz definitiva, proxima y duradera, la negativa de devolver la ciudad de Guayaquil y los buques que el jefe de la escuadra peruana recibió en deposito, en conformidad de lo estipulado en el artículo 11.° el convenio preliminar, aleja aquellas esperanzas y obliga a mantener el ejercito y aun engrosarlo para forzar al enemigo a que concluya el tratado de paz, que debe poner término á una guerra fratricida, tan injustamente provocada.21
Utilizando la guerra como justificante, el gobierno de Simón Bolívar anunció la necesidad de aumentar los impuestos para la mantención de un ejército que hiciera frente al enemigo que, a pesar de firmar la rendición en Girón, no se había retirado de Colombia. Se es claro que el justificante es la contención del enemigo, que fiel a “su naturaleza vil y traicionera” no ha cumplido con su palabra; y que a diferencia de los colombianos, sobre todo del sur, gente de “bien, honesta y de palabra firme”, son personas demagogas.
La distancia entre grupos se expresa en función de sus valores, los cuales han sido construidos con base en la necesidad de distinguirse del extranjero. De esta manera, dos grupos espacialmente muy cercanos se vuelven simbólicamente muy lejanos. Los valores adquiridos por uno y otro han convertido la distancia física en distancia estructural.22 Es decir, una distancia entre un grupo de personas, cuyas similitudes culturales son claras, pero se sienten ajenas la una de la otra.
La distinción entre colombianos del sur y peruanos se ha ido actualizando constantemente y se ha creado una separación absoluta entre la esfera del territorio y de la identidad. Para el actual Ecuador, el Perú simboliza su némesis, el enemigo; categoría que se construyó desde antes del surgimiento del Ecuador como nación. Lo ejemplificado anteriormente se puede evidenciar en el diario El colombiano de Guayas, del sábado 6 de diciembre de 1828. Ahí, el comandante general del Departamento de Guayaquil, Arturo Sandes, escribe:
COMUNICACIONES CON EL ENEMIGO
Por declaraciones que se han tomado a varios desertores de esa Escuadra me he informado lo que el antecesor de VS. el difunto almirante Guisse ha compelido á algunos súbditos de Colombia á tomar armas contra su Patria y servir en los buques al mando de VS.- Una violación tan bárbara al derecho de jentes me ha llenado de indignación y me autoriza para usar de represalias. No obstante deseo añadir otra prueba de moderación á las muchas que ha dado mi Gobierno y pedir á VS. una esplicacion prévia. En consecuencia espero la contestación de VS. como igualmente la entrega de los subditos de Colombia que hayan sido arrancados de sus casas y aun ecsisten a bordo de los buques de esa Escuadra antes de tomar medidas de severidad contra los ciudadanos del Perú que se hallan en esta Ciudad. El Capitan de la Fragata Arehibaldo Taylor está autorizado por mi para recibirlos y conducirlos á esta Plaza.- Dios guarde á VS. -23
Las observaciones hacia el texto de Sandes se pueden realizar en dos aspectos: el primero gira en torno al calificativo de enemigo. En este caso, podemos definir el concepto de enemigo como el grupo de personas a las que no se les quiere por motivos bélicos. El enemigo termina siendo la forma más radical de diferencia entre las personas; podemos definirlo hasta como el antagonismo exacerbado, aquellos con quienes las diferencias son radicales y que no se pueden negociar.
En este mismo aspecto, es necesario puntualizar que los enemigos son bélicos. Es decir, se dirigen a las fuerzas armadas de otro país. En el texto del diario El Colombiano de Guayas, se aclara que hay súbditos de Colombia sirviendo en las fuerzas peruanas y se exige la entrega de ellos y, mediante una amenaza escondida, menciona que si no se cumple la petición, los ciudadanos peruanos que se encuentran en Guayaquil podrían ser perjudicados por acciones colombianas. Si bien, anteriormente se especificó que son enemigos bélicos, aclarando que se hace referencia a las fuerzas armadas, en el siglo xix el ejército no es profesional. Los habitantes de cierta región hacen las veces de soldados, obligados o voluntariamente; no se distingue entre el habitante de un territorio y un soldado.
Como consecuencia, esos desacuerdos extremos e intolerantes entre dos ejércitos se extrapolan a los habitantes. El común de los pobladores del sur colombiano ve a los peruanos como el que se opone a ellos, como aquel que representa todo lo contrario y empiezan a forjar ese firme propósito de no asemejarse a ellos. Esto debido a que un enemigo no es solamente alguien que no comparte las ideas y los ideales, más bien es aquella persona que pareciese estar diseñada para no “respetarme” y que se ha construido para el enfrentamiento.
El segundo aspecto es la construcción de la identidad local como los buenos. “No obstante deseo añadir otra prueba de moderación á las muchas que ha dado mi Gobierno”.24 En este breve extracto, se identifica la posición de los colombianos. Es desde el gobierno, como representante de todos los habitantes, el que demuestra moderación y bondad; moralmente los colombianos son buenos, quienes han buscado la paz hasta el último momento.
Es necesario aprender a ver las identidades como relaciones que se constituyen en momentos históricos determinados, que van a tener cambios y permanencias marcados por el poder. La fuerza de un Estado está marcado por la capacidad de cohesionar a las personas que viven en su territorio, obligándolas a pensar como “colombianos” sin que haya nada natural en ello. Una vez más ve mos el papel de la prensa como transmisora de esa obligación, haciendo eco de las palabras de las autoridades nacionales y trasmitiendo la idea de un ejército poderoso y de unos mandatarios que juegan a dos bandos. Ello significa que son buenos y bondadosos para buscar la paz y, sin embargo, no van a dudar en usar la fuerza cuando es necesaria.
Los documentos oficiales dirigidos por parte de Simón Bolívar como presidente de Colombia, que fueron expuestos a la opinión pública guayaquileña por el diario El Colombiano de Guayas, el 1 de noviembre de 1828, casi cuatro meses antes de la Batalla de Tarqui, bosquejan la actitud colombiana presentada al público durante toda la guerra colombo-peruana. En el anuncio de la diplomacia colombiana con el vecino del sur, se muestra claramente la asociación que quieren crear desde Bogotá la imagen de ser los atacados y, aun así, ser los buscadores de la paz. Este papel va a enfocar la superioridad moral del país del norte frente al Perú:
La guerra en que nuestras republicas respectivas desgraciadamente se han empañado es preciso que tenga un pronto termino: el bien y felicidad de ambos paises asi lo ecsijen, y el gobierno de Colombia lo desea ardientemente, para que desaparezca toda enemistad entre dos pueblos hermanos, amigos y aliados y se restablezcan la concordia y la buena intelijencia. Con este objeto, y no siendo posible entendernos subsistiendo las hostilidades, he comisionado al Sr. Coronel Daniel Florencio O'Leary, para que ajuste y concluya definitivamente una suspension de armas que será el principio de la reconciliacion y el preliminar de la paz. Confio en que las escelentes cualidades que adornan al Coronel O'Lealy y que no son desconocidas á V. E. harán fructuosa su comision, granjeandole el aprecio benevolencia de V. E.; y espero que por lo mismo V. E. le acojerá con bondad, y le dará credito á cuanto espusiere á nombre de este gobierno, sobre todo cuando protestare los sentimientos de consideracion con que soy de V. E. su atento servidor.25
Si bien, hasta cierto punto, cada persona escoge con qué grupo se identifica y a cuáles reconoce como los otros, siempre es más conveniente asociarse a colectivos identificados como los éticamente buenos y bélicamente superiores, con el fin de garantizar la supervivencia del grupo humano. La prensa en el Ecuador, con sus opiniones y con la transmisión de los mensajes que llegaban desde la cúpula del gobierno, fomentó el sentido de pertenencia a un grupo, que siendo el atacado, se hace con el triunfo en la guerra.
El Colombiano de Guayas, en su edición del sábado 10 de enero de 1829, resalta la figura de un Estado poderoso, que permanece en aparente calma, pero que sus fuerzas están presentes, y que los pocos hombres son mejores guerreros que los invasores:
NOTICIAS MILITARES
El ejercito peruano invadió la provincia de Loja á mediados del mes ppdo. y el 21 una descubierta de él, fue rechazada por una pequeña avanzada de nuestro ejercito; su banguardia habia llegado a Loja, y el resto de sus fuerzas consistiendo en todo en cuatro mil quinientos hombres, continuaba sus marchas con lentitud. Mientras tanto el Jeneral Jefe Superior del Sur ba reuniendo en Cuenca el ejercito de su mando, numericamente mas fuerte que el enemigo, y su Señora se disponia á dar una batalla decisiva, de cuyo resultado nadie podrá dudar si se calcula la superior calidad de nuestras tropas y el acreditado valor y pericia de los jefes y oficiales.26
El concepto de nación no se basa en la pureza étnica ni cultural, debido a que los pueblos han tenido contacto entre ellos. Aún más en la zona sur del actual Ecuador con el norte peruano. Como se había mencionado anteriormente, la historia del Azuay y de Loja, zonas colindantes con los departamentos de Tumbes, Piura y Cajamarca del Perú, está marcada por las relaciones sociales, económicas y culturales. Cuenca misma era considerada parte del Perú hasta el siglo XVIII.
La creación de una conciencia colectiva, que identifique al Departamento del Sur con Colombia y que construya diferencias que sean irreconciliables con el Perú, fue una tarea ardua, en la cual la prensa jugó un papel fundamental para la creación de una identidad local. El sentido de pertenencia se basó en la mitificación del papel del ejército colombiano, que desde el inicio de las hostilidades entre las dos naciones es expuesto como superior, donde el número inferior de soldados puede hacer daño profundo en el otro ejército.
El Colombiano de Guayas ejemplifica con claridad lo anteriormente mencionado en su edición del sábado 3 de enero de 1829:
EJERCITO DEL SUR
El 22 del pasado el Sr. coronel Mariano Asero con una escolta de ocho hombres, avistó dos leguas mas allá del pueblo de Saraguro 25 carabineros que protejidos por una compañía de cazadores formaban la descubierta enemiga, y habiendo emprendido la retirada bajo los fuegos de él la verificó por el espacio de una legua en donde se le cansaron los caballos, y echando entonces pie a tierra y despreciando la inmensa desigualdad de sus fuerzas, cargó lanza en mano y logró poner en vergonzosa fuga á dicha abanzada, cortado á su vista despues el puente que da paso al rio de aquella parroquia.27
El discurso de superioridad bélica lo menciona desde las guerras de independencia, donde se hace referencia al apoyo peruano. Asimismo, es necesario resaltar el papel de la mitificación del ejército colombiano, al cual se le considera más valiente y heroico, ya que aunque menguado en el número de sus soldados, se enfrenta a la superioridad numérica de los peruanos. Pero ello no significó gran ayuda para la causa libertaria, tal como lo podemos ver en la edición del día sábado 15 de noviembre de 1828 de El Colombiano de Guayas:
MANIFIESTO DEL GOBIERNO DEL PERÚ
El Gobierno del Perú en su manifiesto hacen alarde de los ausilios dados á Colombia para la campaña de Pichincha sin mencionar siquiera que estos fueron un miserable é incompleto reemplazo del batallon Numacia que servia en el ejercito peruano, y que el Jral. Sucre había reclamado repetidas veces. El Jral. San Martin conociendo la importancia del batallon Colombiano no quiso acceder á las instancias del Jral. Sucre y prefirió enviarle una fuera numericamente mayor, pero en valos y disciplina muy inferior, pues la infantería de la división peruana se componía de reclutas que jamás habían servido.28
Antes y después de la Batalla de Tarqui, la prensa forjó sentimientos nacionalistas en los habitantes del Departamento del Sur, construyendo la figura benévola de los colombianos, circunscrita a “la imagen del buen cristiano que goza de la protección divina”. A finales de mayo de 1829, una fragata peruana se incendió debido a que un poco de ron había entrado en contacto con fuego. El pequeño incendio fue consumiendo poco a poco la nave hasta que dio con el depósito de pólvora, provocando un estallido alarmante en el puerto de Guayaquil.
Estos acontecimientos narrados en La Gaceta de Quito, el 6 de junio de 1829, muestran la reacción de la ciudadanía de Guayaquil ante el acontecimiento de la fragata. Se puede apreciar que los sentimientos nacionalistas se han enraizado en la población:
Este suceso produjo la consternacion mas fuerte en los Jefes peruanos de la guarnicion; y en las tropas ha sido tal el espanto, que sin reparo alguno esclamaban publicamente, que su gobierno los comprometia en una guerra que hasta Dios mismo era enemigo, o queria castigarlos.
Los Guayaquileños han aprovechad de este momento para aumentar el terror de los Soldados, repitiendoles la bella frase de la proclama del Jral. En Jefe “Dios no está con los usurpadores... Es notable que la quema de la fragata Prueva en cuyo buque fixaban los peruanos la dominación del pacifico, haya ocurrido en Guayaquil. que es el lugar mismo donde el Jral. Lamar ha cometido tantos actos de usurpacion y de perfidia. Si este castigo del Cielo y el de Tarqui no bastan para escarmentar á los ingratos y traidores, la guerra dentro del seno del Perú, alcansara lo que no pudo nuestra jenerosidad y clemencia, la paz. que es el deseo de Colombia y el interés de la america.29
Durante las décadas de los veinte y treinta del siglo XIX, la prensa jugó un papel trascendental en la conformación del Estado, debido a que el proceso de conformación y fortalecimiento fue auxiliado por ella, como vehículo de las ideas nacionalistas y de legitimación de una identidad nacional. Indudablemente, los periódicos fueron fundamentales en la configuración del Estado nación; muestra de ello son las publicaciones semanales de Guayaquil y Quito.
La poesía presente en los diarios del Departamento del Sur, antes y después de la Batalla de Tarqui, centró su interés en el momento histórico de la nación colombiana. Desde un escrito testimonial, los poetas reflejaron los alcances de la patria en cuanto a la guerra con el Perú. Así también refleja la memoria de aquellos que no vivieron estos acontecimientos; es decir, manifiesta la mentalidad de los habitantes del Departamento del Ecuador que, si bien no pelearon directamente, fueron fruto de la construcción del nacionalismo colombiano.
En la temática de la poesía, presente en la prensa escrita del momento, se parangonará el concepto de la conciencia de un destino en común. Estos poemas estarán cargados de un significado moral en torno a los bienhechores colombianos y a los usurpadores e invasores peruanos. De la misma manera, en la poesía de la guerra colombo-peruana, la idea de nación se verá reforzada con la memoria, lo que creará una iniciativa para que entren en escena los héroes y los mártires de la guerra, aquellos que lucharon contra el invasor, pero que no lograron gozar con los dulces placeres del festejo de la victoria.
A medida que iban pasando las semanas después de la batalla del 27 de febrero de 1829, la euforia vencedora no se iba atenuando; el futuro del Guayaquil parecía incierto debido a que las tropas peruanas no abandonaban el puerto. Los poetas se aventuran en la creación de poéticas de resistencia ante la toma de la ciudad y ante la invasión de naciones extranjeras, y con ellas surge el sentimiento patriótico que abarcará toda la memoria y la historiografía del futuro Ecuador.
El poema de autor anónimo que aparece en La Gaceta de Quito, del sábado 9 de mayo de 1829, hace referencia a la victoria de Tarqui, engrandeciendo la hazaña y marcando diferencias simbólicas con el Perú:
Alabanzas del Sur á los bravos,
Que humillaron en Tarqui á Lamar:
Gloria eterna á BOLIVAR que dijo
Desde Pasto: Soldados, Triunfad
En los Campos de Tarqui sobervio
A los Dioses se vieron bajar,
Y escribieron en libro divino:
“Esta sangre la debe Lamar,
Dos mil Parcas gritaron entonces
“A BOLIVAR quisimos vengar:
De sus sombras hairemos absortas,
Respetando su vida inmortal,
Dos ingratos trajeron las huestes
De inocentes Peruanos á espiar
La intencion de un traidor inaudito,
Que no pudo maldad consumar.
Su impericia, y su torpe ambicion
A un abismo le hicieron marchar,
Dó su fama que nunca ha tenido
Para siempre se vio sepultar.
Ese godo que vino de España
A clavar a la Patria un puñal,
Es ajente de España otra vez
Bajo el nombre de gran liberal.
A los pueblos incantos engaña,
Por inesquina pasion, y mandar;
Por servir á la Yberia se afrenta
A la faz de su tierra natal.
En un siglo no habra quien se atreva
A las selvas de Azuay profanar:
Desgraciado de aquel que lo intente;
¡Miserable: desde ahora, temblad!
Ya retumba la fama de todos
Los que en Tarqui supieron triunfar;
Ya las Ninfas celebran sus nombres,
Y sus glorias que van a Cantar.30
Las asociaciones de Lamar con España permiten entender cómo el pasado colonial es interpretado como un sinónimo de degradación y alienación del pueblo. La finalidad de este tipo de poesía, de índole patriótica, es fortalecer el naciente sentido nacionalista. La poesía se enfocará en el tópico de la nación desde una victoria entusiasta, los versos ejemplifican la euforia de la gloria de Tarqui, además de la recreación de un pasado siniestro y mediocre cuando España estaba al mando y que está reflejada en la figura de Lamar y de sus generales.
Todos los líderes del ejército peruano son lapidados, no solamente Lamar. Así, Martín Jorge Guisse, vicealmirante de la escuadra derrotada en Guayaquil, es agraviado en la edición de El Colombiano de Guayas, del sábado 6 de diciembre de 1828:
¡Felices los que mueren en el campo de batalla, defendiendo los sacrosantos derechos de la patria! Ellos viven eternamente en la memoria de la posteridad; pero la posteridad condenará á sempiterno olvido las glorias militares del Vicealmirante Guisse, puesto que las ha marchitado en los ultimos dias de su carrera. Lo repetimos - la infausta suerte de este bravo marino encanecido en los combates, solo nos inspira hoy piedad y compasión.31
Los improperios citados en este contexto se usan como medio comunicacional para orientar la opinión pública. Hay que enfocarse en que no son insultos agravantes los dados al vicealmirante Guisse, ya que la intención definida no es la agresividad, el propósito es la exaltación del ejército colombiano. El reciente concepto de nación (asociado a la libertad, la independencia y la solidaridad) insertará en la memoria de la población un arquetipo de los jefes del Perú, como hombres buenos que en algún momento ayudaron a la causa libertaria, pero que por azares del destino han caído en decadencia y se han asociado al bando traidor del Sur.
A
la sombra
de
Martin Jorge Guisse,
Vice-Almirante
de
la escuadra
Escarmentada
del
Peru.
Del Guayas en las ondas cristalinas
Abrió la Parca tu sepulcro frio,
Guisse afumado en lides argentinas,
Lides que callará la docta clio;
Dentro de un barril las playas arjentinas
Del Perú te verán, no en el navio,
Do beodo, cual Siléno, te mostraste,
Y mil rayos de muerte disparaste.
EPITAFIO PARA SU TUMULO.
Aqui yacen de Guisse los despojos:
La parte principal bajó al cocíto:
De dolor no se ha dado un solo grito,
Ni humedecerse han visto nuestros.32
Los poemas actúan como testimonio del momento histórico vivido, reflexionan sobre la nación y la guerra entre países nacientes, sobre una nación que en sí misma es un emblema de la solidaridad colectiva. La importancia de los poemas es su función discursiva y didáctica; transmiten y enseñan el sentimiento patriótico con las relaciones de confraternidad expuestos por el gobierno, con el fin de armonizar a la población con el Estado.
Antes de la Batalla de Tarqui, en la poesía adquiere relevancia la preocupación por la invasión extranjera, por el futuro de la inviolabilidad del territorio nacional. El futuro de Colombia se tras luce en las palabras de los poetas y los políticos, que escriben incentivando al nacionalismo y a la defensa de la patria.
Se escribe al Sur como una entidad colombiana, pero al mismo tiempo se escribe como al Departamento del Sur, con características específicas de sus habitantes, que suenan como si fueran independientes del resto de Colombia, como si se presagiara el movimiento separatista del siguiente año. La exaltación al departamento del Ecuador la hace Juan José Flores y aparece en la edición del sábado 13 de diciembre de 1828 en el diario El Colombiano de Guayas.
Si bien, Juan José Flores no es un poeta o literato, escribe una exaltación que destaca las cualidades y méritos de los habitantes del Departamento del Ecuador, transmite la grandeza y el honor de su población. Lo llamativo es que lo hace de tal manera que su texto es de gran belleza, digna de representarse junto al resto de poemas del momento:
Colombianos del sur:- La planta de un enemigo detestable ha profanado ya vuestro sagrado territorio. Esclavos, que hemos libertado, quieren imponernos la ley. ¿Sufriremos esta humillacion? NO; por que somos Colombianos.
Guayaquileños:- Mucho habeis hecho por el honor de las armas, y la prosperidad del Sur; pero las circunstancias demandan de vosotros nuevos sacrificios.- Una victoria no satisface la vindieta nacional.
Azuayos:- Vuestra posicion os coloca en la vanguardia de Colombia, y el destino señala vuestros campos para ser testigos de la gloria de nuestros bravos, y de la vergüenza de los agresores.
Ciudadanos del sur:- Os invito á nombre de Colombia y de su libertador, á reunirnos en masa para destruir á los cobardes que vienen a ofrecernos el mas completo triunfo.33
La importancia de la prensa en la transmisión de mensajes al pueblo, para el régimen colombiano, comenzó a quedar patente antes, durante y después de la Batalla de Tarqui. En todo momento, los servicios de los periódicos, hacia los gobernantes, llevaron adelante una estrategia destinada a asegurar la fidelidad de la Provincia del Sur. Así, las directrices oficiales basaron su forma de actuar en el aspecto de la exaltación nacionalista y de la unidad nacional colombiana.
El sentimiento nacionalista fue el principal leitmotiv que condujo los poemas expuestos en la prensa de Guayaquil y Quito. Sin embargo, no se esperaba que desde Lima hicieran un soneto a las víctimas de Girón. El problema con el soneto es que se expresa de forma en que pareciese una exaltación a los colombianos y a Bolívar. En momentos donde las tropas peruanas no han abandonado Guayaquil, la guerra sigue latente y en el momento en el que Lamar recibe críticas desde Lima; el mensaje, por así decirlo, es controversial, ya que proviene de los mismos peruanos:
Sagradas sombras que en Jiron estando
No podeis de la patria ver el duelo:
Alzaos, y al punto abandonad el suelo,
Que tan infame tumba os está dando.
Pero no os levantéis, que ya volando
Peruanas huestes, que proteje el cielo,
Os llevan denodadas el consuelo,
Que estais en la venganza demandando.
Vengadas vais á ser ¡restos mortales!
Que del tiempo vengarse es el oficio:
Sin venganza la Patria no ecsistiria.
Nosotros que somos poetas de consonantes
en ANDO, y ENDO, hemos dado a la tal
composicion el lugar que merece; y no apresuramos
á hacer de ella la siguiente.
Pavidas sombras que en jirón estando,
Del Colombiano sois lastima y duelo:
Alsaos, y al punto abandonad el suelo,
Que jenerosa tumba os está dando
Pero no os levantéis, que ya marchando
El Genio de Colombia, hijo del cielo,
Va a llenaros de goso y de consuelo
A LA - MAR vuestra sangre demandando:
Sangre engañada, que corrio en raudales
No de la patria en bien, ni sacrificio;
Sino que su ambicion verter hisiera
Vengados vais a ser ¡restos mortales!
Este es del GRAN BOLIVAR el oficio:
Sin su diestra el Perú libre ecsistiera?34
El soneto tomado del número 24 del diario bota fuego del Perú, y publicado para Colombia por La Gaceta de Quito el 6 de junio de 1829, se puede analizar en dos momentos. El primero, que abarca las cuatro primeras estrofas, está enfocado en el dolor de una derrota, mientras que el segundo se relaciona con el afán de venganza hacia el culpable de la derrota por parte de Bolívar. Desde la prensa del Perú se exalta el sacrificio de los soldados en el Templete de Tarqui; y que el pueblo peruano también sufre las vicisitudes de los guerreros, y aunque ellos no lo puedan sentir -ya sea porque están lejos, batallando o muertos-, el apoyo y el ánimo está en la mente de todos los habitantes del Perú.
El apoyo del pueblo peruano se lo puede representar en una frase: “Alzaos, y al punto abandonad el suelo, / Que tan infame tumba os está dando”. Es decir, le están animando a levantarse y pelear, ya que el honor de la patria está en juego. Pero hay otro mensaje oculto en el soneto, cuando señala: “Pero no os levantéis, que ya volando / Peruanas huestes, que proteje el cielo, / Os llevan denodadas el consuelo, / Que estais en la venganza demandando”.35 Acá se evoca a la resistencia, que nuevas tropas van desde el Perú al auxilio, tropas que como ángeles van con la venia de Dios, su causa es justa; puede incluso que sea un incentivo para que las tropas peruanas no devuelvan Guayaquil, según lo que se estableció en el Tratado de Girón.
El anhelo de venganza va a tener dos aristas. La primera viene motivada por la humillación sufrida en el campo de batalla y esa ansia de devolver el daño padecido. La segunda es venganza hacia el líder del ejército, hacia Lamar como el culpable de la derrota del ejército peruano y de la sangre derramada: “A LA - MAR vuestra sangre demandando”.36 Es posible que sean contendientes políticos de Lamar quienes hayan inspirado o escrito esta parte del soneto, es difícil determinarlo en este momento. Lo que sí queda claro es que se acusa al comandante en jefe de la derrota, pero es aún más llamativo que designan a Bolívar como el vengador de los soldados peruanos caídos.
Simón Bolívar, “El genio de Colombia, hijo del cielo”,37 es la figura quien demandará la sangre de los caídos a Lamar. El libertador del Perú -seudónimo de Bolívar-, evocado en el soneto, ve exaltada su figura en un periódico peruano, lo cual es utilizado políticamente por la República de Colombia para realzar su sentido de superioridad moral y bélica. Ello permitirá a los diarios transmitir un sentido de pertenencia a Colombia y de un patriotismo necesario, frente a la permanente amenaza que proviene desde el sur.
Antes y después de la guerra entre Colombia y Perú, los periódicos actuaron como portavoces de los mandatarios colombianos, promoviendo un sentimiento nacionalista entre la población. Los esfuerzos conjuntos, de la prensa y del gobierno, reforzaron la identidad colombiana en general y una identidad sureña en particular; aprovecharon el momento histórico para forzar el sentido de pertenencia a un Estado que estaba naciendo.
La idea construida de nación se basó en la creación de la otredad. Se aprovechó de un conflicto territorial con el Perú para crear una identidad local, que se enfrentaba a otra que era violenta y amenazadora; la figura del colombiano se exaltó, se le atribuyó el apelativo de “buenos, honestos y pacíficos” y al mismo tiempo se construyó la figura de vencedores. La prensa actuó como amplificador de esas ideas mediante boletines de prensa, poemas y anuncios oficiales. Toda esta literatura fortaleció la idea en el vulgo de que el Departamento del Sur era superior y la pertenencia a éste era lo ideal.
Para cerrar, es recomendable incrementar los objetos de estudio, si bien la información cotejada nos da un punto de vista importante, el tema se enriquecería con el análisis de periódicos del Azuay, zona fronteriza con Perú, y con ejemplares de la prensa peruana. Esta información permitiría un análisis más profundo y un trabajo de larga data acerca de un tema olvidado o poco tratado en la historiografía ecuatoriana.
Cabrera Hanna, Santiago, reseña a: Roger Paul Davis, El Ecuador durante la Gran Colombia (1820-1830). Regionalismo, localismo y legitimidad en el nacimiento de una república andina, Quito: Banco Central del Ecuador, 2011, en: Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, núm. 34, II semestre 2011, pp. 156-160.
[1] Bonilla, “Imágenes”, 1997, pp. 12-23. Como lo manifiesta Adrián Bonilla, el punto de conflicto entre Ecuador y Perú radica en el territorio nacional. Las acciones sociales y las estrategias de seguridad exterior son el producto de esa cuestión planteada, y simultáneamente pueden ser comprendidas en este contexto discursivo: no son solamente respuestas a desafíos externos preexistentes, sino que también contribuyen a la configuración de la percepción de la realidad a través de su análisis, proposición, construcción y consecuencias. Este proceso, que a primera vista puede parecer el resultado de un enfoque racional, está influido, como las demás representaciones de la vida social, por valores arraigados en el largo plazo y anclados en una serie de creencias que forman parte de la “cultura nacional”. Estos valores redefinen y nutren la concepción de la nación.
[2] Cardoso, Identidad, 1989, pp. 21-22.
[3] Piqueras, Sobre, 1997, p. 271.
[4] Cerutti y González, “Identidad”, 2008, pp. 77-94.
[5] Cerutti y González, “Identidad”, 2008, pp. 77-94.
[6] Paz y Miño, “Civismo”, 2005, pp. 79-98.
[7] Para un entendimiento completo de la significación de la revolución de Quito del 10 de agosto de 1809, se puede consultar a De la Torre, Revolución, 1990.
[8] La nación ecuatoriana maneja una serie de fechas que se relacionan con un sentido de independencia de la Corona española: 1809, 1810, 1812, 1820, 1822 y 1830. La más característica es la del 24 de mayo de 1822. Para aclarar este concepto, se recomienda la lectura de Bustos, Culto, 2017.
[9] Paz y Miño, “Civismo”, 2005, pp. 81-82.
[10] Paz y Miño, “Civismo”, 2005, p. 82.
[11] Landázuri, “Independencia”, 2015, pp. 102-121.
[12] Coincidimos con Cabrera Hanna y su reseña a Roger Paul Davis, al asegurar que Ecuador durante la Gran Colombia es “uno de los períodos menos estudiados”, debido a que representa un momento poco significativo en la construcción de la nación, citado por Cabrera, 2011, p. 156.
[13] Hernández, “Consideración”, 2017, pp. 465-477.
[14] Para hablar de la división territorial, se toma en cuenta la estructura política y administrativa de la gran Colombia en 1824, periodo durante el cual el territorio estaba fragmentado en doce departamentos, y cada uno de éstos se subdividía en provincias, de acuerdo con lo establecido por la legislación del 25 de junio de 1824. Lo anterior coloca al Azuay como región fronteriza con Perú.
[15] Calle, Leyendas, 1925, pp. 233-242.
[16] En éste y el resto de los casos la gramática no se ajustó a la normativa actual, se ha preferido conservar las citas tal cual como fueron escritas en sus fuentes originales.
[17] Juan José Flores, en “Concluye el boletín N 3”, en: La Gaceta de Quito, 18 de abril de 1829, pp. 3-4.
[18] Márquez, Tarqui, 1929, p. LXXXIX.
[19] Durckheim, División, 1987.
[20] Bonilla, “Imágenes”, 1997, p. 12-23. Continuando con el estudio que hace Adrián Bonilla acerca de los conflictos entre Ecuador y Perú, se puede asegurar que el efecto de la reinterpretación de los acontecimientos históricos anteriores (en este caso la guerra con Perú) y la elaboración de una narrativa con diferentes mitos resulta en la internalización de una gama de valores en las personas que configuran la representación de una colectividad: la comunidad nacional, y simultáneamente la concepción de un “otro” hostil. Estas representaciones influyen en comportamientos y respaldan la utilización de la fuerza para proteger lo que se percibe como “propio” en peligro debido a la amenaza de lo “ajeno”.
[21] Simón Bolívar, “Otro”, en: La Gaceta de Quito, 13 de junio de 1829, p. 2.
[22] Evans-Prirchard, Nuer, 1997.
[23] Arturo Sandes, “Comunicaciones con el enemigo”, en: El Colombiano de Guayas, 6 de diciembre de 1828, p. 1.
[24] Arturo Sandes, “Comunicaciones con el enemigo”, en: El Colombiano de Guayas, 6 de diciembre de 1828, p. 1.
[25] Simón Bolívar, “Diplomacia Colombia y Perú”, en: El Colombiano de Guayas, 1 de noviembre de 1828, p. 1.
[26] “Noticias militares”, en: El Colombiano de Guayas, 10 de enero de 1829, pp. 2-3.
[27] “Ejercito del Sur”, en: El Colombiano de Guayas, 3 de enero de 1829, p. 2.
[28] “Manifiesto del Gobierno del Perú”, en: El Colombiano de Guayas, 15 de noviembre de 1828, p. 3.
[29] “Peru”, en: La Gaceta de Quito, 6 de junio de 1829, p. 5.
[30] “A los vencedores de Tarqui”, en: La Gaceta de Quito, 9 de mayo de 1829, p. 3.
[31] “El colombiano”, en: El Colombiano de Guayas, 6 de diciembre de 1828. p. 4.
[32] “A la sombra de Martín Jorge Guisse, Vice-Almirante de la escuadra escarmentada del Perú”, en: El Colombiano de Guayas, 6 de diciembre de 1828, p. 6.
[33] Juan José Flores, “Colombianos del Sur”, en: El Colombiano de Guayas, 13 de diciembre de 1828, pp. 1-2.
[34] “Apostrofe á las victimas de Jiron”, en: La Gaceta de Quito, 6 de junio de 1829, pp. 3-4.
[35] “Apostrofe á las victimas de Jiron”, en: La Gaceta de Quito, 6 de junio de 1829, pp. 3-4.
[36] “Apostrofe á las victimas de Jiron”, en: La Gaceta de Quito, 6 de junio de 1829, pp. 3-4.
[37] “Apostrofe á las victimas de Jiron”, en: La Gaceta de Quito, 6 de junio de 1829, pp. 3-4.